lunes, 23 de agosto de 2021

Otro mensaje encriptado

Habláme de la muerte, del daño, del odio. Me aburrí de darle la espalda a la mitad de mis experiencias. No quiero que mi sombra sea asunto solo del psicoanalista de turno o de la gente que me sigue la espalda con el puñal en la mano. Habláme de la impureza, del engaño y del egoísmo. El tabú a la muerte señaliza el culto a la misma: se prohíbe sólo lo que se desea. Desearlo todo es desear la muerte absoluta. Celebrás un festín y en la ventana alguien te mira con hambre. Ugh, que se vaya, me incomoda - Pero amade mie, decía Baudelaire a sus adentros, como puedes ser tan cruel y tan belle. Y los adentros de les poetices, ya lo sabemos, son los adentros de la condición humana. Les poetices: libros abiertos. Todo libro abierto es un espejo, me refleja enajenándome. Yo consumo, luego mato. O mejor, alguien mata, luego yo consumo. Y los hay también quienes matan mientras consumen. O quienes consumen mientras dejan morir. Ya no quiero que el Estado ni la psiquiatría gestionen mi indiferencia ante la inanición y capturen mis afectos para sus fines. El tabú al propio dolor y al propio ejercicio de la violencia es cederle la fuerza y el poder a otres.

Habláme de la crueldad y del resentimiento. Quiero entender el goce que han de experimentar los chimpancés, cuando canibalizan el cuerpo de sus enemigos derrotados. Quiero entender al cordyceps que zombifica hormigas vivas y las lleva a la muerte, en lo alto de las ramas de alguna planta moribunda. Quiero entender a la avispa que pone sus huevos en el abdomen de las cucarachas, para que su cría las devore de adentro hacia afuera.
La naturaleza... ese hermoso espejismo de carnaval que colgamos a la vuelta de la esquina de la civilización, de la cultura, del orden social. Esa fuente inagotable de sentidos morales contradictorios. Hay Cristianes que defienden el orden natural de la vida abogando por la mutua vigilancia y la sumisión radical al poder; hay anarquistas que defienden el orden natural de la vida abogando por la rebelión radical contra el poder. Quiero romper los espejos y verme otras partes. Quiero fabricar el mío propio y ver mi versión de mi reflejo. Pero... alguna puerta cerraste irreparablemente y un espejo te aguarda en vano - Borges, abuelo fachistócrata de LATAM.
Habláme de la podredumbre. Del olor amargo-dulzón de la mortecina, festín de carroñeros, médicos y traficantes. Habláme de los gladiadores, de las guerras floridas centroamericanas, de les asesines seriales. Habláme de la clandestinidad, nido de víboras sicariales y de mariposas revolucionarias. Habláme de esa sombra enorme que se oculta bajo el manto de la culpa cotidiana y se resuelve con el perdón del amo, Dios o el partido. Vení, contáme cuántas veces, camarada, fantaseaste masacrar a quienes te disienten, luego de una discusión acalorada, a las afueras del León de Greiff, con tu peche en mano y la aspiración de ser el único Rey.

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