martes, 20 de octubre de 2020

Hastiade de lo trascendental

"No me pidan razones para entender
La marea rebelde que me llena el pecho.
Mal en este mundo, mal con esta ley:
No hice yo la ley ni el mundo acepto." - José Saramago. 

Ya no creo en las secretas revelaciones de las drogas;
ni en levantar el polvero de mi alma
sacudiéndome el cuerpo con un polvo. 

Si me drogo es para sedarme y olvidar
el hastío que a veces me genera el mundo;
si culeo es porque nació de repente
del murmullo de anhelos entre cuerpos solitarios. 

Ya no creo en los caudillos, ni en los elegidos, ni en los genios.
No creo en los self made rich men, ni en los grandes
emprendedores, ni en los brillantes académicos.

Sea lo que sea que seamos, no es fruto de dones,
ni méritos perfectos, ni comandos divinos extra-terrenales;
sino de la perpetua danza de lo dado y lo posible,
de los naipes y los dados con que nos apostamos
el día a día de nuestras vidas. 

Ya no me importan  los destinos,
ni las misiones ultimas,
ni la prestidigitación de la providencia. 

Me importa la palabra que camina 
y no, la que por los cielos, altiva, planea;
 la que olvida que fue primero cuerpo antes que verbo... 

La que surcando alturas abisales, 
justifica arranques de violencia
Y luego exige nuestra reverencia
engendrando orgullosa sus males. 

Ya no creo, en fin, en los criterios trascendentales
para defender la dignidad, o el conocimiento, o la resistencia.
Si lucho, si conozco, si resisto es porque existo aquí y ahora
y sufro y amo y lloro. 

Esas son mis únicas certezas.

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