Las Risas
Un señor de mediana estatura se sienta en un banquito
y se fuma un puro, la nicotina lo adormece y siente un
ligero vacío en el vientre.
Se ríe y el viento le abraza la piel expuesta, como un
baño en una piscina de plumas. Se ahoga, tragó mucho,
se ríe.
La gente lo mira con desconsiderado y atrevido disgusto
"Fijáte, los dientes todos cafés" dice uno, mientras el
viejo... ríe. Ríe todo el tiempo.
Se ríe aunque el cancer, ríe aunque la gengivitis y ríe aunque se ahogue.
Ríe, en fin, el viejo. De la vida, de la gente, de todo se ríe(...)
(...)Las risas se suben hasta los ojos,
llaman al viento y piden otro abrazo.
Ese mutualismo, es una accidente netamente causal.
El mundo no es el que le da risa al viejo;
Es el mundo el que se ríe y, el viejo,
que lo conoce tanto, lo refleja.
El mundo se ríe de nosotros. Dice el viejo:
Yo me río con él
Tengo este blog desde mis trece años. Han pasado once años desde que se creó. Encontrarán muchas cosas de todo tipo. No hay más que decir.
martes, 11 de noviembre de 2014
domingo, 16 de marzo de 2014
Julian: Voy a dar a luz ¡voy a dar a luz! *entre gemidos de dolor y desesperación *
Médico: *calmado, pero imperante* Por favor recuéstese en la camilla
Julian: ¿Y la luz?
Médico: Recuéstese*el médico mira al enfermero más alto*, traigan el litio.
Enfermero alto: Entendido Doctor
Julian: Señor, he tenido fuertes dolores abdominales… y en la espalda… y se me antoja comer nucita con...
Médico: ¿Nucita con…?
*El enfermero se acerca, le entrega el lito al Doctor que lo agarra sin apartar su mirada del paciente, que está exaltadísimo mirando al doctor como un niño que se enceguece por el sol*
Julian: Nucita con... *desvía los ojos para abajo*
*entra el otro enfermero*
Enfermero 2: Tengo la dietilamida de ácido lisérgico
Médico:Excelente. Ahora muchachos *el médico levanta ambas ampolletas al aire y las mira con profunda admiración*, podremos curar a nuestro paciente que tal parece sufre de un nuevo trastorno psicótico
Enfermero 2: ¿qué clase de trastorno?
Médico:Se llama, Trastorno de Sócrates
Enfermeros y paciente: ¡¿De sócrates?!
Médico:Sí, este hombre va a parir una idea y el mundo no las necesita! *esto con ligero tono de rabia*.Estamos repletos, extenuados, saturados*esto dicho con claros signos de locura*
Enfermero alto *agarra una jeringa*: El LSD te dolerá intramuscular, pero te hará volar non-muscular
Enfermero 2: El litio te pondrá feliz, y adicionará más fuego a la fogata de neuronas quemándose
Enfermeros y Doctor: Y un trabajo bien hecho para poder comer bien
El paciente: No *gritando y alargando el monosílabo*Mi hijo ¿van a matar a mi hijo?*casi desesperado*
*Los enfermeros lo dopan con las sustancias**Se cambia de escena*
*Llega un viejo de esponjosa barba blanca*
*entra a paso lento, medio cojo pero sabio*
Viejo: Hoy día, la verdad está sepultada bajo sus propias bocas, tras los dientes, intentando escurrirse entre las pequeñitas fisuras… Y pensar que pudiera pasar tanta cosa por esos aparatejos...
*sale una viejita con el mismo aire que el del viejo*
Viejita: Ay ay *quejándose de las quejas ajenas* Dejá ya tus teorías de conspiración, que siempre ha sido algo inherente a la gente el hecho de ocultarse de la verdad.
Viejo: ¡Pero cómo se te ocurre! Si lo único que se puede afirmar es que quienes han sido felices en su vida han sido capaces de soportar la verdad.
Viejita: ¡Soportar que en verdad no hay verdades!
Viejo: ¡Mujer! Calla, no digas paradojas absurdas. *mira al público* La verdad de la verdad es que es la llave de la felicidad, en eso consiste la virtud. Si no me creen, mírenme a mí. Pero este mundo, éste mundo persigue a la pureza y la amedranta, bastará con mostrarles la historia de Julian, que vivía en un mundo agobiado por las cosas, había más cosas que vida y… en últimas… él mismo se consideraba una cosa *cara de tristeza* ¡Hasta dónde hemos llegado!
Viejita: *mira al viejo como en burla y con desdén de manera sin embargo jocosa* Sócrates, tú y tu terquedad...
Viejo: Fui feliz y eso merece respetos… en fin la historia de Julian se remonta a tiempos remotos remotos *diciéndolo con eco*
Vieja: Fue hace un mes.
Viejo: ¿Me podés dejar contar la historia?
(El viejo cuenta la historia mientras se hace una clase de baile, todos vestidos con ropas similares y con máscaras, si es posible la misma máscara, mientras danzan al son de La danza de los caballeros de Prokofiev, no sonará más de 40 segundos. El último en llegar es Julian)
El mundo como les decía era todo gris, y la gente olvidaba ver a los ojos; hablar se había vuelto una actividad casi forzada.
(Deja de sonar la música pero la gente sigue caminando. Están todos jugando Flappy Bird, pierden menos Julián, la gente se enoja y le hace zancadilla a Julián. Acto seguido se abalanzan al celular para poder ver el puntaje)
Persona 1: ¡Já! *alza el celular en modo de burla y todos los demás miran* Apenas sacó 16 de puntaje
Persona 2: Qué horror *asqueado*
Persona 1: Qué repugnante
Persona 3: Pásenmelo *agarra el celular*
(Todos intentan quitarle el celular a persona 3, que en últimas, guía a toda la gente fuera del escenario mientras se puede ver a Julian tirado en el suelo, deprimido porque le han quitado su alma)
Julian: Ay ay… *llorando* ¿ahora qué haré? *se para, empieza a mirarse las manos* *se toca el cuerpo* *coloca gesto de extrañeza* ¿desde hace cuánto que tengo tanta carne saliendo de mi cabeza? *sigue mirándose su cuerpo aún más extrañado*
Qué vacío *desesperación*. Ahora no podré chatear, ni jugar, ni usar aplicaciones, ni instagram, ni… Whatsapp *cara de terror* NO NO NO! ¿Ahora cómo va a saber la gente que existo? Y justo hoy… Ayyy, justo cuando sacaba mi mejor puntaje.
(Entran un Guitarrista viejo y una vieja tocando y cantando, al final de su entrada gritan un Olé. Ambos son personajes pintorescos, burlones)
Viejo: ¿Qué se necesita para que un grupo de personas le arrebate un celular a otra?
Vieja: No sé, no sé, contános
(Julian los mira con cara expectativa)
Viejo: Que les falte el alma *se ríe como loco*
Vieja: Yo me sé uno, yo me sé uno… ¿por qué la multitud cruzó la calle?
Viejo: ¿Por qué? ¿Por qué?
Vieja: Porque había una tienda de Apple en el otro lado *risa de loca*
Viejo: *se ríe* *para súbitamente* Calma, calma, como sigas así nos demandan por competencia desleal.
Vieja: *mira a Julian con pesar* Ayyy pobre pequeñuelo, *mira al viejo* ¿Lo adoptamos?
Viejo: Si la menopausia te puede… no hay de otra
Vieja: ¡Si te falta la potencia! No hay de otra.
Julian: *los mira y pregunta* Pero ¿quiénes son ustedes? Primero encuentro que tengo piernas y ahora veo a dos sujetos como ustedes…
Viejo y Vieja: Somos *esto dicho con euforia* ¡Tus padrinos mendigos!
Julian: ¿Padrinos mendigos?
Viejo: Es una broma muchacho, somos dos músicos callejeros
Vieja: ¿Cuál es la diferencia entre mendigo y músico callejero?
Viejo: ¿No te respetas ni a ti eh?
Julian: ¿Quiénes son ustedeees? *con rabia*
Vieja: El pequeño cocodrilo, para aprender sus cantares
Viejo: Usa las aguas del Nilo con sus notas musicales
Vieja: la pregunta Julian no es quiénes somos nosotros sino…
Viejo: ¿Quién-Eres-Tú?
Julian: ¿Yo? *mira a todos lados buscando saber quién es él* Soy… Julian
Vieja: Quién
Viejo: Eres
Vieja:Tú
Julian: No lo sé *grita* No sé nada desde que perdí mi Smartphone ¿qué foto habrá subido Manuela? Me contaron que ya le arreglaron la nariz
Vieja: Me parece que a este ya lo agarraron también *cara de profunda tristeza*
Viejo: Lo acaban de soltar, jugar mal el flappy bird trae sus beneficios.
Julian: pero qué… *es callado por los viejos*
Viejo: Nos buscan, recuerda mirarte al espejo y que nosotros no existimos bai bai
(Se ríen los dos viejos mientras se van tocando ritmo flamenco en la guitarra y bailando)
(Llegan dos enfermeros/as y un doctor vestido de cirujano, los enfermeros tendrán narices de cerdo)
Enfermero 1: Huele a rebeldes por acá
Enfermero 2: Y sin bañar *cara de asco*
Doctor: Y tú ¿qué haces ahí? *señala a Julian* Vete de acá, hemos percibido movimientos insurgentes, ve a tu casa, y *le pica el ojo* No se te olvide la nueva aplicación que lanzamos
Julian: Pero usted no entiende… mi celular… me lo…
Doctor: Sé que se lo entregamos nosotros señor *mira al público con orgullo* Nos cercioramos de que todos aquí tengan su excelente celular, por cierto, que no se te olvide votar nosotros, eso de dar tamal es muy poca cosa para nuestros conciudadanos.
Julian: no puedo votar si no tengo cel…
Doctor: Se le agradece su apoyo, ahora por favor retírese.
Julian: ¡Como quiera! *se va resignado a su casa*
Enfermero 1: Qué feliz se veía ese muchacho
Enfermero 2: ¿Qué sería de nosotros sin usted, Doctor?
Doctor: Seríais todos un montón de inútiles inservibles para mi gobierno.
Enfermeros: Qué gusto trabajar con usted.
Doctor: Suficiente. Ahora tenemos que planear cómo acabar con esos insurgentes y quebrar todos los espejos de la ciudad, más vale verse por nuestras cámaras de 11 megapixeles.
Enfermero 1: ¿Y si convocamos una reunión con los demás dirigentes?
Enfermero 2: Sería la mejor manera de buscarle solución
Doctor: ¡Por el santísimo Steve Jobs! Pero si a esta hora comienza la reunión. Nos vamos ya mismo.
(Se van y luego suben las mismas personas que tenían las máscaras pero esta vez sin ellas, de esta manera se ahorra personal. Todos estarán parados –o sentados dependiendo de los recursos viables- discutiendo los nuevos métodos de gobierno)
Persona 1: … Por eso, propongo que mañana les subamos el sueldo a los administradores de las páginas de Facebook para que se las ingenien para apegar más a nuestros queridísimos conciudadanos a sus teléfonos.
Persona 2: Mientras menos se conozcan las personas a sí mismas, más vacías, más domables.
Persona 3: Bendita sea la tecnología y su mal uso
Todos tres: Bendita sea.
Persona 2: Excusa perfecta para que los que están cerca de nosotros no nos molesten.
Persona 3: Para alejar a los que nos rodean y creer que acercamos a los que están lejos
Persona 1: Bendita sea la tecnología y su mal uso.
(En esto llegan el Doctor y los dos enfermeros)
Doctor: Atención *voz de trueno*
(Todos se estremecen. Miran al doctor)
Doctor: Esclavo *mira al enfermero 1* Púleme las gafas
(El enfermero 1 lo hace -notándose su entera sumisión- y se las coloca al Doctor)
Doctor: Señores, tenemos problemas ¿recuerdan a Sócrates y su Mayéutica? (todos se quedan callados mirándose las caras, ademán que hacemos cuando ignoramos algo) Pues bien, parece que se han escapado del mundo de las ideas.
Todos: ¡Oh Steve Jobs mío! ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué es el mundo de las ideas?
Doctor: Y además ¡están pervirtiendo a la sociedad! ¡Como si la cicuta no hubiera sido mucho! Ese infeliz *rabia*
Enfermero 1: Doctor… ¿quiénes son esos?
Doctor: No es menester tuyo el saberlo.
Persona 1: Bueno, ¿podemos proseguir con el final de nuestra reunión?
Doctor: *afirma con su cabeza*
Persona 3: Por la dominación de las masas por medio de bastas cantidades de aplicaciones
Persona 2: Por alejar a las personas de ellos mismos y acercarlos a un mundo virtual
Doctor: Por darme poder y dinero sin fin.
Todos: Bendita sea la tecnología y su mal uso
Enfermero 2: Y… ¿su buen uso?
Doctor: Mientras más escondido lo mantengamos mejor. Reunión finalizada, ahora lárguense a sus casas. Las elecciones son en ocho días, no se olviden.
Todos: Votaremos por usted doctor, téngalo por seguro.
(Cambio de escena. Casa de Julian, debe notarse el tocador con el espejo hecho de aluminio)
Julian: ¿Quién soy yo? Buena pregunta, me llegan recuerdos tan borrosos de la infancia, cada vez que busco mirar atrás encuentro una pantalla… Mi pantalla ¡cómo la extraño! Al menos así evitaría tener que sentirme sin saber quién soy… es como si yo mismo fuera un celular… sin memoria SD *cara de tristeza*
(Julian se mira en el espejo, se aparece una persona vestida de celular gigante –o bien uno de los personajes con más cara y un celular en la mano seduciendo a Julian, mientras suena Addicted to you de Avicii. Se hace una clase de danza entre ambos hasta que llegan el viejo y la viejita)
Viejo: woah, calma muchacho. No confíes en las ilusiones… por cierto
Vieja: ¿Ya sabes quién eres?
Julian: Agh *grito de rabia* Sí, sé quién soy. Soy Julian y punto.
Viejo: Oh señor Julian, ya sabes quién eres, tanto como para poder escribir una autobiografía o un libro de autoayuda, podrías colaborar con Coelho si no te molesta.
Vieja: Julian y Punto ¿eh? ¿Qué quieres para tu vida?
Julian: Quiero… quiero… quiero ser el mejor de Flappy Bird y así poder impresionar a las chicas.
Viejo: Porque no hay nada más impresionante que un hombre que sepa usar bien su pulgar sin sufrir tendinitis.
Vieja: Si ni siquiera puedes mirarlas a los ojos ¿cómo es que lo quieres?
Viejo: ¿qué es lo que quieres Julian y Punto?
Julian: No soy Julian y punto, soy sólo Julian y quiero ser feliz como lo era con mi celular.
Viejo: Vaya felicidad que tenías que en cuanto te lo arrebataron se te olvidó quien eras.
Vieja: ¿Eras realmente feliz?
Julian: *mirando hacia abajo* No, no lo soy.
Viejo: *risa de loco* buena suerte con el espejo Juliansito, ya nos vamos.
Vieja: *risa de loca* Que no te agarre por la espalda *risa de loca*
(Se van los dos viejos, se queda Julian a solas mirándose al espejo)
Julian: Así que no estaba feliz, estaba adormecido… ¿cuánto tiempo he gastado de mi vida observando esa pantalla desgraciada y seductora? ¿Cuánta belleza he ignorado? *se le empieza a rasgar la voz* No, no puedo verme así *se voltea y baja la mirada* ¿Qué es lo que quieres y quién eres?
(El espejo de papel aluminio se rompe y salen dos manos que agarran a Julian de la espalda)
Voz en off: No me abandones, he esperado demasiado tiempo para que te enfrentaras con tu reflejo. Los días perdidos no se recuperan, pero el porvenir está a tu disposición como está el viento a disposición de los pájaros en el verano. Hace mucho que te llamaba y sólo ahora vuelves.
Julian: *desespero y sollozos* No soy capaz de verme, siento que hay un espacio de tiempo perdido en frente mío.
Voz en off: Aún hay tiempo para usarlo, Julian. Mientras vivimos somos una eternidad que dura hasta la muerte, todo acto que hagas en la vida no es perdido, es sólo una hoja que se seca en el pasado y aún quedan muchas más ramas para florecer.
Julian: Aún si tengo todo el tiempo del mundo y tanto espacio para dar flores ¿qué es lo que quiero? ¿Qué queremos Julian?
Voz en off: Entender el mundo, la vida y disfrutarla, no hay más respuesta. Ni los más complejos textos filosóficos pueden refutar esa verdad. Queremos ser felices, es el principio de toda ética.
Julian: ¿cómo soy feliz en este mundo sin pasión?
Voz en off: El mundo es el mundo, la pasión la pones tú. La tristeza engendra más tristeza, la violencia más violencia, si logras conectarte completamente conmigo puedes irradiar felicidad.
Julian: ¿Y el gobierno que nos dirige?
Voz en off: Puedes elegir, ya has ascendido parte de la caverna y la luz que ves es más pura. Para que los cambios se produzcan no basta con criticar sino con actuar. Eso sí, ten cuidado de ese doctor. *las manos lo sueltan y se desaparecen*
Julian: Entonces… soy… soy extensión del mundo y vida. Hago parte de él como él de mí. Somos uno. *gesto de dolor como de parto* *se toca la barriga* Esa es la verdad *más gestos de dolor* *un poco de risa* ¡Soy uno con el mundo! *grito de dolor se tira en el suelo*
(En esto vienen los viejos)
Vieja: Sócrates, este hombre va a parir una idea, ven rápido tú que eres el bueno para esto.
Viejo: No estoy preparado para ser abuelo *mira al público*… ha pasado demasiado tiempo.
Vieja: ¿dónde está tu gran hombría señor? se nota que las mujeres somos más fuertes para estas cuestiones. Ven y ayúdale al pobre hombre.
Viejo: Ya voy, ya voy *cara de impresión* En serio ha pasado mucho tiempo
Vieja: Sigues siendo el Partero de ideas de siempre, así que muévete, cobarde.
Viejo: Bien, Julian, tranquilo, respira. Sólo tienes que relajarte y soportar la verdad, sé que al comienzo es complicado sentir el torrente de belleza que cae sobre nosotros, pero luego… luego es briza y llovizna.
Julian: Viejo… quiero… quiero… quiero comer nucita.
(El viejo lo mira con cara de “¿estás jodiéndome?”)
Vieja: Lo perdemos Sócrates, ponéte las pilas.
Viejo: Julian *Grito de angustia*
(Aquí llega el doctor con sus dos enfermeros)
Doctor: Aquí están ustedes dos, ratas repugnantes. *mira a los enfermeros* Ustedes, revisen el espejo y destrócenlo, no sea que vengan más reflejos.
(Julian queda inconsciente y el doctor se acerca a Sócrates mientras Mayéutica asustada piensa en que hacer)
Viejo: Nos vemos de nuevo
Doctor: Y por última vez *agarra a Sócrates del cuello*
Viejo: No creas que no volveremos a escapar *Risa de loco*, no puedes ocultar el sol *quedándose sin respiración* con un dedo *desfallece*
Vieja: Sí serás, sí serás… ¡Qué te quede claro! Julián no fue el único que nos presenció *Risa de loca* hay en el mundo demasiada belleza para ser ignorada, tus métodos de manipulación no son mayor cosa al lado de la naturaleza. Permíteme irme de este mundo también. *desfallece bajo su propia voluntad*
Doctor: Enfermeros, traigan la camilla, este hombre no debe tener esta idea, el mundo no las necesita.
(Lo colocan en la Silla, Se repite la escena primera, luego de repetirla se continúa la historia. El médico se va con sus enfermeros y queda Julian solo haciéndose el dormido, luego se levanta.)
Julián: Ni la más grande sombrilla puede cubrir la lluvia que me cae encima. Ahora resistiré y combatiré en silencio las injusticias de la vida. En algún mundo, en algún momento nos despertaremos de este sueño tremendo, esta amnesia profunda y, recordaremos que se puede ser mejor. Cada día me comprendo y conozco más… ¿Y ustedes?
FIN DE LA OBRA
Médico: *calmado, pero imperante* Por favor recuéstese en la camilla
Julian: ¿Y la luz?
Médico: Recuéstese*el médico mira al enfermero más alto*, traigan el litio.
Enfermero alto: Entendido Doctor
Julian: Señor, he tenido fuertes dolores abdominales… y en la espalda… y se me antoja comer nucita con...
Médico: ¿Nucita con…?
*El enfermero se acerca, le entrega el lito al Doctor que lo agarra sin apartar su mirada del paciente, que está exaltadísimo mirando al doctor como un niño que se enceguece por el sol*
Julian: Nucita con... *desvía los ojos para abajo*
*entra el otro enfermero*
Enfermero 2: Tengo la dietilamida de ácido lisérgico
Médico:Excelente. Ahora muchachos *el médico levanta ambas ampolletas al aire y las mira con profunda admiración*, podremos curar a nuestro paciente que tal parece sufre de un nuevo trastorno psicótico
Enfermero 2: ¿qué clase de trastorno?
Médico:Se llama, Trastorno de Sócrates
Enfermeros y paciente: ¡¿De sócrates?!
Médico:Sí, este hombre va a parir una idea y el mundo no las necesita! *esto con ligero tono de rabia*.Estamos repletos, extenuados, saturados*esto dicho con claros signos de locura*
Enfermero alto *agarra una jeringa*: El LSD te dolerá intramuscular, pero te hará volar non-muscular
Enfermero 2: El litio te pondrá feliz, y adicionará más fuego a la fogata de neuronas quemándose
Enfermeros y Doctor: Y un trabajo bien hecho para poder comer bien
El paciente: No *gritando y alargando el monosílabo*Mi hijo ¿van a matar a mi hijo?*casi desesperado*
*Los enfermeros lo dopan con las sustancias**Se cambia de escena*
*Llega un viejo de esponjosa barba blanca*
*entra a paso lento, medio cojo pero sabio*
Viejo: Hoy día, la verdad está sepultada bajo sus propias bocas, tras los dientes, intentando escurrirse entre las pequeñitas fisuras… Y pensar que pudiera pasar tanta cosa por esos aparatejos...
*sale una viejita con el mismo aire que el del viejo*
Viejita: Ay ay *quejándose de las quejas ajenas* Dejá ya tus teorías de conspiración, que siempre ha sido algo inherente a la gente el hecho de ocultarse de la verdad.
Viejo: ¡Pero cómo se te ocurre! Si lo único que se puede afirmar es que quienes han sido felices en su vida han sido capaces de soportar la verdad.
Viejita: ¡Soportar que en verdad no hay verdades!
Viejo: ¡Mujer! Calla, no digas paradojas absurdas. *mira al público* La verdad de la verdad es que es la llave de la felicidad, en eso consiste la virtud. Si no me creen, mírenme a mí. Pero este mundo, éste mundo persigue a la pureza y la amedranta, bastará con mostrarles la historia de Julian, que vivía en un mundo agobiado por las cosas, había más cosas que vida y… en últimas… él mismo se consideraba una cosa *cara de tristeza* ¡Hasta dónde hemos llegado!
Viejita: *mira al viejo como en burla y con desdén de manera sin embargo jocosa* Sócrates, tú y tu terquedad...
Viejo: Fui feliz y eso merece respetos… en fin la historia de Julian se remonta a tiempos remotos remotos *diciéndolo con eco*
Vieja: Fue hace un mes.
Viejo: ¿Me podés dejar contar la historia?
(El viejo cuenta la historia mientras se hace una clase de baile, todos vestidos con ropas similares y con máscaras, si es posible la misma máscara, mientras danzan al son de La danza de los caballeros de Prokofiev, no sonará más de 40 segundos. El último en llegar es Julian)
El mundo como les decía era todo gris, y la gente olvidaba ver a los ojos; hablar se había vuelto una actividad casi forzada.
(Deja de sonar la música pero la gente sigue caminando. Están todos jugando Flappy Bird, pierden menos Julián, la gente se enoja y le hace zancadilla a Julián. Acto seguido se abalanzan al celular para poder ver el puntaje)
Persona 1: ¡Já! *alza el celular en modo de burla y todos los demás miran* Apenas sacó 16 de puntaje
Persona 2: Qué horror *asqueado*
Persona 1: Qué repugnante
Persona 3: Pásenmelo *agarra el celular*
(Todos intentan quitarle el celular a persona 3, que en últimas, guía a toda la gente fuera del escenario mientras se puede ver a Julian tirado en el suelo, deprimido porque le han quitado su alma)
Julian: Ay ay… *llorando* ¿ahora qué haré? *se para, empieza a mirarse las manos* *se toca el cuerpo* *coloca gesto de extrañeza* ¿desde hace cuánto que tengo tanta carne saliendo de mi cabeza? *sigue mirándose su cuerpo aún más extrañado*
Qué vacío *desesperación*. Ahora no podré chatear, ni jugar, ni usar aplicaciones, ni instagram, ni… Whatsapp *cara de terror* NO NO NO! ¿Ahora cómo va a saber la gente que existo? Y justo hoy… Ayyy, justo cuando sacaba mi mejor puntaje.
(Entran un Guitarrista viejo y una vieja tocando y cantando, al final de su entrada gritan un Olé. Ambos son personajes pintorescos, burlones)
Viejo: ¿Qué se necesita para que un grupo de personas le arrebate un celular a otra?
Vieja: No sé, no sé, contános
(Julian los mira con cara expectativa)
Viejo: Que les falte el alma *se ríe como loco*
Vieja: Yo me sé uno, yo me sé uno… ¿por qué la multitud cruzó la calle?
Viejo: ¿Por qué? ¿Por qué?
Vieja: Porque había una tienda de Apple en el otro lado *risa de loca*
Viejo: *se ríe* *para súbitamente* Calma, calma, como sigas así nos demandan por competencia desleal.
Vieja: *mira a Julian con pesar* Ayyy pobre pequeñuelo, *mira al viejo* ¿Lo adoptamos?
Viejo: Si la menopausia te puede… no hay de otra
Vieja: ¡Si te falta la potencia! No hay de otra.
Julian: *los mira y pregunta* Pero ¿quiénes son ustedes? Primero encuentro que tengo piernas y ahora veo a dos sujetos como ustedes…
Viejo y Vieja: Somos *esto dicho con euforia* ¡Tus padrinos mendigos!
Julian: ¿Padrinos mendigos?
Viejo: Es una broma muchacho, somos dos músicos callejeros
Vieja: ¿Cuál es la diferencia entre mendigo y músico callejero?
Viejo: ¿No te respetas ni a ti eh?
Julian: ¿Quiénes son ustedeees? *con rabia*
Vieja: El pequeño cocodrilo, para aprender sus cantares
Viejo: Usa las aguas del Nilo con sus notas musicales
Vieja: la pregunta Julian no es quiénes somos nosotros sino…
Viejo: ¿Quién-Eres-Tú?
Julian: ¿Yo? *mira a todos lados buscando saber quién es él* Soy… Julian
Vieja: Quién
Viejo: Eres
Vieja:Tú
Julian: No lo sé *grita* No sé nada desde que perdí mi Smartphone ¿qué foto habrá subido Manuela? Me contaron que ya le arreglaron la nariz
Vieja: Me parece que a este ya lo agarraron también *cara de profunda tristeza*
Viejo: Lo acaban de soltar, jugar mal el flappy bird trae sus beneficios.
Julian: pero qué… *es callado por los viejos*
Viejo: Nos buscan, recuerda mirarte al espejo y que nosotros no existimos bai bai
(Se ríen los dos viejos mientras se van tocando ritmo flamenco en la guitarra y bailando)
(Llegan dos enfermeros/as y un doctor vestido de cirujano, los enfermeros tendrán narices de cerdo)
Enfermero 1: Huele a rebeldes por acá
Enfermero 2: Y sin bañar *cara de asco*
Doctor: Y tú ¿qué haces ahí? *señala a Julian* Vete de acá, hemos percibido movimientos insurgentes, ve a tu casa, y *le pica el ojo* No se te olvide la nueva aplicación que lanzamos
Julian: Pero usted no entiende… mi celular… me lo…
Doctor: Sé que se lo entregamos nosotros señor *mira al público con orgullo* Nos cercioramos de que todos aquí tengan su excelente celular, por cierto, que no se te olvide votar nosotros, eso de dar tamal es muy poca cosa para nuestros conciudadanos.
Julian: no puedo votar si no tengo cel…
Doctor: Se le agradece su apoyo, ahora por favor retírese.
Julian: ¡Como quiera! *se va resignado a su casa*
Enfermero 1: Qué feliz se veía ese muchacho
Enfermero 2: ¿Qué sería de nosotros sin usted, Doctor?
Doctor: Seríais todos un montón de inútiles inservibles para mi gobierno.
Enfermeros: Qué gusto trabajar con usted.
Doctor: Suficiente. Ahora tenemos que planear cómo acabar con esos insurgentes y quebrar todos los espejos de la ciudad, más vale verse por nuestras cámaras de 11 megapixeles.
Enfermero 1: ¿Y si convocamos una reunión con los demás dirigentes?
Enfermero 2: Sería la mejor manera de buscarle solución
Doctor: ¡Por el santísimo Steve Jobs! Pero si a esta hora comienza la reunión. Nos vamos ya mismo.
(Se van y luego suben las mismas personas que tenían las máscaras pero esta vez sin ellas, de esta manera se ahorra personal. Todos estarán parados –o sentados dependiendo de los recursos viables- discutiendo los nuevos métodos de gobierno)
Persona 1: … Por eso, propongo que mañana les subamos el sueldo a los administradores de las páginas de Facebook para que se las ingenien para apegar más a nuestros queridísimos conciudadanos a sus teléfonos.
Persona 2: Mientras menos se conozcan las personas a sí mismas, más vacías, más domables.
Persona 3: Bendita sea la tecnología y su mal uso
Todos tres: Bendita sea.
Persona 2: Excusa perfecta para que los que están cerca de nosotros no nos molesten.
Persona 3: Para alejar a los que nos rodean y creer que acercamos a los que están lejos
Persona 1: Bendita sea la tecnología y su mal uso.
(En esto llegan el Doctor y los dos enfermeros)
Doctor: Atención *voz de trueno*
(Todos se estremecen. Miran al doctor)
Doctor: Esclavo *mira al enfermero 1* Púleme las gafas
(El enfermero 1 lo hace -notándose su entera sumisión- y se las coloca al Doctor)
Doctor: Señores, tenemos problemas ¿recuerdan a Sócrates y su Mayéutica? (todos se quedan callados mirándose las caras, ademán que hacemos cuando ignoramos algo) Pues bien, parece que se han escapado del mundo de las ideas.
Todos: ¡Oh Steve Jobs mío! ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué es el mundo de las ideas?
Doctor: Y además ¡están pervirtiendo a la sociedad! ¡Como si la cicuta no hubiera sido mucho! Ese infeliz *rabia*
Enfermero 1: Doctor… ¿quiénes son esos?
Doctor: No es menester tuyo el saberlo.
Persona 1: Bueno, ¿podemos proseguir con el final de nuestra reunión?
Doctor: *afirma con su cabeza*
Persona 3: Por la dominación de las masas por medio de bastas cantidades de aplicaciones
Persona 2: Por alejar a las personas de ellos mismos y acercarlos a un mundo virtual
Doctor: Por darme poder y dinero sin fin.
Todos: Bendita sea la tecnología y su mal uso
Enfermero 2: Y… ¿su buen uso?
Doctor: Mientras más escondido lo mantengamos mejor. Reunión finalizada, ahora lárguense a sus casas. Las elecciones son en ocho días, no se olviden.
Todos: Votaremos por usted doctor, téngalo por seguro.
(Cambio de escena. Casa de Julian, debe notarse el tocador con el espejo hecho de aluminio)
Julian: ¿Quién soy yo? Buena pregunta, me llegan recuerdos tan borrosos de la infancia, cada vez que busco mirar atrás encuentro una pantalla… Mi pantalla ¡cómo la extraño! Al menos así evitaría tener que sentirme sin saber quién soy… es como si yo mismo fuera un celular… sin memoria SD *cara de tristeza*
(Julian se mira en el espejo, se aparece una persona vestida de celular gigante –o bien uno de los personajes con más cara y un celular en la mano seduciendo a Julian, mientras suena Addicted to you de Avicii. Se hace una clase de danza entre ambos hasta que llegan el viejo y la viejita)
Viejo: woah, calma muchacho. No confíes en las ilusiones… por cierto
Vieja: ¿Ya sabes quién eres?
Julian: Agh *grito de rabia* Sí, sé quién soy. Soy Julian y punto.
Viejo: Oh señor Julian, ya sabes quién eres, tanto como para poder escribir una autobiografía o un libro de autoayuda, podrías colaborar con Coelho si no te molesta.
Vieja: Julian y Punto ¿eh? ¿Qué quieres para tu vida?
Julian: Quiero… quiero… quiero ser el mejor de Flappy Bird y así poder impresionar a las chicas.
Viejo: Porque no hay nada más impresionante que un hombre que sepa usar bien su pulgar sin sufrir tendinitis.
Vieja: Si ni siquiera puedes mirarlas a los ojos ¿cómo es que lo quieres?
Viejo: ¿qué es lo que quieres Julian y Punto?
Julian: No soy Julian y punto, soy sólo Julian y quiero ser feliz como lo era con mi celular.
Viejo: Vaya felicidad que tenías que en cuanto te lo arrebataron se te olvidó quien eras.
Vieja: ¿Eras realmente feliz?
Julian: *mirando hacia abajo* No, no lo soy.
Viejo: *risa de loco* buena suerte con el espejo Juliansito, ya nos vamos.
Vieja: *risa de loca* Que no te agarre por la espalda *risa de loca*
(Se van los dos viejos, se queda Julian a solas mirándose al espejo)
Julian: Así que no estaba feliz, estaba adormecido… ¿cuánto tiempo he gastado de mi vida observando esa pantalla desgraciada y seductora? ¿Cuánta belleza he ignorado? *se le empieza a rasgar la voz* No, no puedo verme así *se voltea y baja la mirada* ¿Qué es lo que quieres y quién eres?
(El espejo de papel aluminio se rompe y salen dos manos que agarran a Julian de la espalda)
Voz en off: No me abandones, he esperado demasiado tiempo para que te enfrentaras con tu reflejo. Los días perdidos no se recuperan, pero el porvenir está a tu disposición como está el viento a disposición de los pájaros en el verano. Hace mucho que te llamaba y sólo ahora vuelves.
Julian: *desespero y sollozos* No soy capaz de verme, siento que hay un espacio de tiempo perdido en frente mío.
Voz en off: Aún hay tiempo para usarlo, Julian. Mientras vivimos somos una eternidad que dura hasta la muerte, todo acto que hagas en la vida no es perdido, es sólo una hoja que se seca en el pasado y aún quedan muchas más ramas para florecer.
Julian: Aún si tengo todo el tiempo del mundo y tanto espacio para dar flores ¿qué es lo que quiero? ¿Qué queremos Julian?
Voz en off: Entender el mundo, la vida y disfrutarla, no hay más respuesta. Ni los más complejos textos filosóficos pueden refutar esa verdad. Queremos ser felices, es el principio de toda ética.
Julian: ¿cómo soy feliz en este mundo sin pasión?
Voz en off: El mundo es el mundo, la pasión la pones tú. La tristeza engendra más tristeza, la violencia más violencia, si logras conectarte completamente conmigo puedes irradiar felicidad.
Julian: ¿Y el gobierno que nos dirige?
Voz en off: Puedes elegir, ya has ascendido parte de la caverna y la luz que ves es más pura. Para que los cambios se produzcan no basta con criticar sino con actuar. Eso sí, ten cuidado de ese doctor. *las manos lo sueltan y se desaparecen*
Julian: Entonces… soy… soy extensión del mundo y vida. Hago parte de él como él de mí. Somos uno. *gesto de dolor como de parto* *se toca la barriga* Esa es la verdad *más gestos de dolor* *un poco de risa* ¡Soy uno con el mundo! *grito de dolor se tira en el suelo*
(En esto vienen los viejos)
Vieja: Sócrates, este hombre va a parir una idea, ven rápido tú que eres el bueno para esto.
Viejo: No estoy preparado para ser abuelo *mira al público*… ha pasado demasiado tiempo.
Vieja: ¿dónde está tu gran hombría señor? se nota que las mujeres somos más fuertes para estas cuestiones. Ven y ayúdale al pobre hombre.
Viejo: Ya voy, ya voy *cara de impresión* En serio ha pasado mucho tiempo
Vieja: Sigues siendo el Partero de ideas de siempre, así que muévete, cobarde.
Viejo: Bien, Julian, tranquilo, respira. Sólo tienes que relajarte y soportar la verdad, sé que al comienzo es complicado sentir el torrente de belleza que cae sobre nosotros, pero luego… luego es briza y llovizna.
Julian: Viejo… quiero… quiero… quiero comer nucita.
(El viejo lo mira con cara de “¿estás jodiéndome?”)
Vieja: Lo perdemos Sócrates, ponéte las pilas.
Viejo: Julian *Grito de angustia*
(Aquí llega el doctor con sus dos enfermeros)
Doctor: Aquí están ustedes dos, ratas repugnantes. *mira a los enfermeros* Ustedes, revisen el espejo y destrócenlo, no sea que vengan más reflejos.
(Julian queda inconsciente y el doctor se acerca a Sócrates mientras Mayéutica asustada piensa en que hacer)
Viejo: Nos vemos de nuevo
Doctor: Y por última vez *agarra a Sócrates del cuello*
Viejo: No creas que no volveremos a escapar *Risa de loco*, no puedes ocultar el sol *quedándose sin respiración* con un dedo *desfallece*
Vieja: Sí serás, sí serás… ¡Qué te quede claro! Julián no fue el único que nos presenció *Risa de loca* hay en el mundo demasiada belleza para ser ignorada, tus métodos de manipulación no son mayor cosa al lado de la naturaleza. Permíteme irme de este mundo también. *desfallece bajo su propia voluntad*
Doctor: Enfermeros, traigan la camilla, este hombre no debe tener esta idea, el mundo no las necesita.
(Lo colocan en la Silla, Se repite la escena primera, luego de repetirla se continúa la historia. El médico se va con sus enfermeros y queda Julian solo haciéndose el dormido, luego se levanta.)
Julián: Ni la más grande sombrilla puede cubrir la lluvia que me cae encima. Ahora resistiré y combatiré en silencio las injusticias de la vida. En algún mundo, en algún momento nos despertaremos de este sueño tremendo, esta amnesia profunda y, recordaremos que se puede ser mejor. Cada día me comprendo y conozco más… ¿Y ustedes?
FIN DE LA OBRA
viernes, 7 de marzo de 2014
El domo
Los vientos boreales tienen una aspereza sólo comparable con
la lija, podría decirse incluso que así de negra. Es muy extenso el
domo, no podría decir con certeza su longitud, incluso pidiéndole ayuda a
Newton, no habría manera clara de especificar la distancia, casi podría decirse
que rodeo con pasos infinitos un terreno
ilimitado.
Hay algo que me llama mucho la atención mientras cumplo mi
condena mítica tan similar a la de Sísifo, quiero decir que, mientras doy
vuelta al domo puedo observar al otro lado, una silueta muy móvil –como los
copos de nieve-, es una silueta luminosa. Ayer la vi danzando y de la mitad
para abajo había una secuencia de movimientos serpentinos, delicados y pronunciados;
en cambio, de la parte superior se notaban movimientos un poco más bruscos,
movimientos incitantes, tentadores, una recompensa a reclamar una vez
encontrara el final del domo.
He estado pensando cómo encontrar la salida, tengo dos opciones: Si el domo es finito, le habré dado un sinfín de vueltas y, naturalmente, he de haber perdido de vista la posible salida, o quizá entrada-detalle para nada inconveniente, pues no afirma la inexistencia de la salida- y para poder salir o entrar, tendré que fijarme muy bien en los rastros que deja el viento helado; si en cambio, el domo es infinito, buscaré llamar la atención de la silueta dándole golpes al domo, no habrá salida visible, pero tendré motivación para buscarla.
He estado pensando cómo encontrar la salida, tengo dos opciones: Si el domo es finito, le habré dado un sinfín de vueltas y, naturalmente, he de haber perdido de vista la posible salida, o quizá entrada-detalle para nada inconveniente, pues no afirma la inexistencia de la salida- y para poder salir o entrar, tendré que fijarme muy bien en los rastros que deja el viento helado; si en cambio, el domo es infinito, buscaré llamar la atención de la silueta dándole golpes al domo, no habrá salida visible, pero tendré motivación para buscarla.
Los vientos siguen silbando sus cantares tristes, pero encontré
la silueta. Puedo jurar que siento las vibraciones de sus movimientos chocar
con el domo y cómo se traducen en notas percutidas, a ritmo detambores nativos. Ahora
comienza su danza y me envuelve como una tormenta, su movimiento es vivo como
el vuelo de las aves. Golpeo fuerte el domo, siento el frío y los cristales
hincarme las manos, la silueta danza con más sutileza, y golpeo con más
intensidad, debe oírme, me oye, me oye. Veo que se acerca un poco y la translucidez
del domo se convierte en transparencia mientras más rápido se mueve la silueta. Puedo calentar la
nieve que me rodea y provocar un caudal de agua hirviente, golpear el domo
como un poseído percusionista del ritual, la sangre que derramo es un
sacrificio para el éxtasis. La silueta se mueve más cercana y más clara es su
imagen, cuatro líneas curvas serpenteantes en la parte superior se enredan
entre sí, en cambio parece una columna la parte inferior. Puedo golpear el domo
más fuerte y despertarme de mi hipnosis para llamarla al trance, sólo entonces
cederé a la sinrazón. La silueta se acerca más y presencio la desgracia: No es
una, son dos las siluetas entrelazadas, la sangre sólo para de chorrear cuando
el corazón se detiene. Ahora goteo mientras la corriente del caudal me lleva al fin eminente del domo. La salida sólo estaba al renunciar esa
carrera, quizá en otra vida haya para mí una silueta.
sábado, 22 de febrero de 2014
It was really late when Mark arrived; he was
slowly coming to us. First He was a diffuse shadow on the horizon, surrounded
by the big fat old sun. San Tropez used to be a calm city until war came upon
it, then it became portray of violence and sorrow. May God free us all from devil.
Mark had his rifle hanging on his back
obliquely and the shadow projected by his body quickly faded away once he
reached the Base:
-Twenty dead; the insurgents besieged a school
to get him… You know what anger does on people, and let us not mention the fact
it was a massive amount of them… collectivities tend not to think with reason
but with spirit.- Then his eyes went down and silence showed its tender and
soft, tempting claws.
I spotted a tiny seagull rounding the coast
–now empty and grey-, its eyes caught my attention so strongly I started feeling
dizzy, not sure whether by the warm
weather or by the look in its eyes, there was something that alarmed me, its
eyes were an ominous.
-I still don’t get why the fuck we're so concerned
in that boy, I do understand that as soldiers we must obey orders, but fighting
these senseless wars is just absurd. And now, the insurgents kill twenty
children just because they couldn’t get the motherfucking child.- The silence
was broken as if a stone had been thrown to a window.
-But Noran, that child has enough power to
govern the entire world.-Said Mark
The seagull flew away, far away from the beach
and the sun was flying away too, night arrived.
-What I mean is that there’s no point Mark,
it’s us fighting for someone uncatchable, what you just said, he can govern
world. How do we fight God’s equal on earth?
-Don’t you worship him, nor underestimate
him. He’s chiefly a really smart guy.
-But… -I broke in- Why were you the only one
who knew about him?- I was still watching the sea illuminated by the light the
moon had borrowed from the sun.
-I can’t say that either.
-Fuck you Mark-said Noran.
-It’s time to go to the bedrooms. It’s an order
–Mark said this while steadily watching Noran’s face.
And so, we went to the bedrooms. I kept
thinking about the child and the seagull, I felt deep inside me that there was
a connection between them. Mark had
always been an enigmatic guy, when I first saw him He was a cape, it was matter
of just few months for him to be ascended to Sergeant, now he’s Coronel. The rest of high command don’t like him at
all, envy surely.
Time, the war is timeless. I’ve reached the
window, I can see the stars glowing, brightening the sky. The milky-way seems
to salute me “Corporal, so we meet again” and I feel she’s taking care of me
from billion light-years away. I now turn the page, and my diary is about to
reach the end of the day. It’s about to be twelve o’clock, I should attempt to
sleep, but it’s useless. I should stop writing
down, and rest my hand… But I can see the seagull watching me from the cost,
nearby the pier.
I woke up two hours ago, at 5300, something
happened tonight. Noran caught a weird illness. I can barely write down on my
diary, I believe the child is in the perimeter.
We’ve just entered a building beside the beach, the waves can be heard
from here bumping into the pier, squash, squash, some longer, some shorter.
I’m scared, it’s been 4 hours since we entered
here, and we got lost, there’s no apparent exit though there was an entrance.
The chants of a seagull resonate.
-Mark was not sure about this; we could not
trust him. You understand me right? You get me right? He… he was going insane;
there’s just insanity in this place, this damned place. Let me see this… Oh it’s a diary, you write really nice, you
should publish a book, but dead can’t. So that’s it, I’m going to shoot you
too.
Dear diary, today I saw a man staring at me, he
was dressed as a soldier, and kept his eyes right on mine. I got scared and
took off the ground. I wonder what he might have thought. I’m afraid I won’t be
able to support this pressure. I can’t go on being so vast. My soul’s divided
in three. I had to kill you Mark. I’ll sing, sing to the stars, sing to the
sun, sing to the void, April come she will When
streams are ripe and swelled with rain May she will stay Resting in my arms
again June she'll change her tune In restless walks she'll prowl the night July
she will fly And give no warning to her flight August die she must The
autumn winds blow chilly and cold
September I remember A love once new has now grown old.
September I remember A love once new has now grown old.
domingo, 15 de diciembre de 2013
Obra de teatro
ACTO I
PRIMERA ESCENA, PRESENTACIÓN
PRIMERA ESCENA, PRESENTACIÓN
El narrador se
encuentra barriendo copos de nieve (poliéster) en frente de la escena del
orfanato, tras él se encuentran Camila y Tomás que recién se encuentran, es
decir, mientras el narrador barre, Camila entra en escena saltando de la
alegría de ver a Tomás, cosa que Tomás hace de igual manera, es ahí donde se
empieza a narrar. Todo esto mientras suena “Christmas song- Louis Armstrong”.
Narrador: *Está cantando la canción* Todo comenzó en un veintitrés de diciembre, en un pueblo llamado Terranova. Los copos tenían un aire muy negro a pesar de ser blancos, bailando agitados, revoloteando en torbellinos; es eso lo que barro… ¿Ahí atrás? Los niños del Orfanato y la hija de la dueña, Camila… En todo caso, cuentan que en navidad cosas mágicas ocurren y esta no será la excepción. *Sigue cantando la canción mientras se va*
Narrador: *Está cantando la canción* Todo comenzó en un veintitrés de diciembre, en un pueblo llamado Terranova. Los copos tenían un aire muy negro a pesar de ser blancos, bailando agitados, revoloteando en torbellinos; es eso lo que barro… ¿Ahí atrás? Los niños del Orfanato y la hija de la dueña, Camila… En todo caso, cuentan que en navidad cosas mágicas ocurren y esta no será la excepción. *Sigue cantando la canción mientras se va*
Se hace énfasis en
ambos: Camila y Tomás, que salen más al público y empiezan a dialogar.
Tomás: Camila… por fin vuelves, luego de éstos once meses de espera… por fin -esto dicho con mucha emoción y congoja- Ven *agarra la mano de Camila* encontré un nuevo lugar donde puedes leerme, ven *la arrastra hasta ése lugar*.
Camila: También yo he esperado este momento con ansias, te traje un libro sorprendente… *mira el cuarto* Wow, siento algo extraño en este lugar.
Tomás: Camila… por fin vuelves, luego de éstos once meses de espera… por fin -esto dicho con mucha emoción y congoja- Ven *agarra la mano de Camila* encontré un nuevo lugar donde puedes leerme, ven *la arrastra hasta ése lugar*.
Camila: También yo he esperado este momento con ansias, te traje un libro sorprendente… *mira el cuarto* Wow, siento algo extraño en este lugar.
Tomás: Sí, lo descubrí luego de ser rechazado por cinco
padres… estaba muy triste y vine a parar aquí, siento algo extraño en este
cuarto, como si estuvieses a mi lado
siempre.
Camila: La magia de la amistad… *pequeña pausa* nos une a
los que estamos en lugares distintos *sonrisa de amiga*
Tomás: *se sienta en una de las sillas al lado de la mesa* Espero la historia con ansias *mira a Camila con ojos ansiosos, con inocencia y curiosidad de niño*
Camila: *se sienta a su lado y empieza a leer la historia en voz alta*
Tomás: *se sienta en una de las sillas al lado de la mesa* Espero la historia con ansias *mira a Camila con ojos ansiosos, con inocencia y curiosidad de niño*
Camila: *se sienta a su lado y empieza a leer la historia en voz alta*
ESCENA II
Camila leyendo en segundo plano: Los cuatro juguetes buenos
estaban huyendo de la revolución de la malvada Fantonia. Había comenzado hace
días y ya casi todos los juguetes se habían vuelto malvados. Fantonia buscaba
la dominación del mundo.
Aquí la escena se recrea y la dimensión de los juguetes pasa a ser la principal, el primer plano, los cuatro juguetes entran a escena mientras huyen de las hordas Fantonianas.
Laura: Esa Fantonia está loca *dicho esto con rabia*, y ahora hablando de otros mundos… ¿alguien sabe qué será de la princesa?
Daniela: No sé de la princesa, pero… *tono pensativo* a lo mejor sí halla otros mundos ¿no? ¿Recuerdas el pozo detrás del castillo?
Aquí la escena se recrea y la dimensión de los juguetes pasa a ser la principal, el primer plano, los cuatro juguetes entran a escena mientras huyen de las hordas Fantonianas.
Laura: Esa Fantonia está loca *dicho esto con rabia*, y ahora hablando de otros mundos… ¿alguien sabe qué será de la princesa?
Daniela: No sé de la princesa, pero… *tono pensativo* a lo mejor sí halla otros mundos ¿no? ¿Recuerdas el pozo detrás del castillo?
Paula: Gente, creo que lo mejor es irnos, más tarde pueden
hablar de metafísica.
Santiago: Sigan, sigan.
Los cuatro juguetes salen de escena mientras corren. Le siguen los malos, que caminan mientras buscan en medio de la escenografía. Fantonia hace presencia junto con su ayudante.
Ayudante: Señorita Fantonia *tono sumiso, indeciso y respetuoso, con muchas pausas y titubeos* no debe preocuparse por esos ineptos infieles, ya se puede sentir la energía del libro ese que usted…
Fantonia: ¡Silencio! No quiero fallas en este plan, los quiero a todos ellos en el calabozo o al menos que les corten la cabeza. Ese libro de Lewis Carroll ¿cómo se llama? ¡Alicia en el país de las maravillas! Y pensar que aprendí tanto de esa bonachona reina. *mira al ayudante de manera sensual* Conejo *dicho con tono sensual*
Ayudante: Pero *titubeando* señorita…
Fantonia: *Lo mira con gravedad y habla con condescendencia de reina a súbdito* ¿Me dices algo señorito?
Uno de los juguetes malos: Señora, respetable señora, no hemos encontrado un rastro de ellos.
Fantonia: *Observa en rededor* Jum *frustrada* Mantengan la vigilancia, en la noche los espero en el pozo. Ahora lárguense.
Santiago: Sigan, sigan.
Los cuatro juguetes salen de escena mientras corren. Le siguen los malos, que caminan mientras buscan en medio de la escenografía. Fantonia hace presencia junto con su ayudante.
Ayudante: Señorita Fantonia *tono sumiso, indeciso y respetuoso, con muchas pausas y titubeos* no debe preocuparse por esos ineptos infieles, ya se puede sentir la energía del libro ese que usted…
Fantonia: ¡Silencio! No quiero fallas en este plan, los quiero a todos ellos en el calabozo o al menos que les corten la cabeza. Ese libro de Lewis Carroll ¿cómo se llama? ¡Alicia en el país de las maravillas! Y pensar que aprendí tanto de esa bonachona reina. *mira al ayudante de manera sensual* Conejo *dicho con tono sensual*
Ayudante: Pero *titubeando* señorita…
Fantonia: *Lo mira con gravedad y habla con condescendencia de reina a súbdito* ¿Me dices algo señorito?
Uno de los juguetes malos: Señora, respetable señora, no hemos encontrado un rastro de ellos.
Fantonia: *Observa en rededor* Jum *frustrada* Mantengan la vigilancia, en la noche los espero en el pozo. Ahora lárguense.
ESCENA III
Camila cierra el libro
Camila: Ya es tarde, mamá va a llegar y no quiero crear
problemas
Tomás: Entiendo *triste* Camila… *tono tímido de niño* ¿la princesa está bien? ¿No es así?
Camila: Tranquilo Tomás, ya te contaré…
Madre: Camila *grito* *abre la puerta* Te estaba buscando *pasa de estar furiosísima a muy calmada debido a la presencia de Tomás, ella es lo que aparenta* *agarra a Camila* Ven para acá. Ay Tomasito que pena contigo *Ternura hipócrita*, ve a tu cama yo hablaré con Camila.
Tomás: Éste es mi cuarto señora, acá duermo, en el suelo.
Madre: Oh… entonces *mira a Camila* vámonos hija *se va con Camila*
Tomás: Chao Camila *la mira sonriente*
Camila: Chao Tomás *lo mira melancólica*
salen del cuarto la madre y Camila.
La madre dice al cerrar la puerta: *Sermoneando de manera exagerada e iracunda* Ya vas a ver señorita, con esa gente uno no se mete *La agarra de la camiseta*
El barrendero se acerca para cerrar las cortinas. Detrás de él, mientras se cierran las cortinas, la escena queda en pausa: Tomás en la habitación mirando el vacío, la madre agarrando a Camila de la camiseta.
Narrador: Y así sucedió ese día, vámonos un poco a la noche, dónde se entonan villancicos en las casas y, las luces y las guirnaldas decoran el paisaje.
Tomás: Entiendo *triste* Camila… *tono tímido de niño* ¿la princesa está bien? ¿No es así?
Camila: Tranquilo Tomás, ya te contaré…
Madre: Camila *grito* *abre la puerta* Te estaba buscando *pasa de estar furiosísima a muy calmada debido a la presencia de Tomás, ella es lo que aparenta* *agarra a Camila* Ven para acá. Ay Tomasito que pena contigo *Ternura hipócrita*, ve a tu cama yo hablaré con Camila.
Tomás: Éste es mi cuarto señora, acá duermo, en el suelo.
Madre: Oh… entonces *mira a Camila* vámonos hija *se va con Camila*
Tomás: Chao Camila *la mira sonriente*
Camila: Chao Tomás *lo mira melancólica*
salen del cuarto la madre y Camila.
La madre dice al cerrar la puerta: *Sermoneando de manera exagerada e iracunda* Ya vas a ver señorita, con esa gente uno no se mete *La agarra de la camiseta*
El barrendero se acerca para cerrar las cortinas. Detrás de él, mientras se cierran las cortinas, la escena queda en pausa: Tomás en la habitación mirando el vacío, la madre agarrando a Camila de la camiseta.
Narrador: Y así sucedió ese día, vámonos un poco a la noche, dónde se entonan villancicos en las casas y, las luces y las guirnaldas decoran el paisaje.
ACTO II
ESCENA I
ESCENA I
La escenografía se
convierte en dos mundos paralelos, el cuarto de Camila da la idea de ser
contiguo al cuarto de Tomás, de
manera que algo divide los cuartos por la mitad y ambos personajes aparentan
estar uno al lado del otro mientras están lejos. Se lamentan, es una elegía,
ambos se miran sin saberlo mientras recitan sus poemas y, tocan sus manos
cuando en verdad tocan las paredes del cuarto. Todo esto mientras suena
“Asleep- The Smiths”
Comienza la canción, déjense sonar los primeros siete u diez segundos.
Camila: Cuando pienso en él, recuerdo esa obra de Shakespeare, lo veo como un Romeo, pero más puro ¿Por qué madre? *casi llorando* encima que sólo nos vemos cada once meses… ¿cuándo entenderá el mundo que yo siento que lo he conocido siempre? ¿No será que en el fondo, somos un hilo de almas que se esparce por los cuerpos, las formas; un círculo, un todo? ¿Por qué no entras ahí madre? *se limpia las lágrimas*
Comienza la canción, déjense sonar los primeros siete u diez segundos.
Camila: Cuando pienso en él, recuerdo esa obra de Shakespeare, lo veo como un Romeo, pero más puro ¿Por qué madre? *casi llorando* encima que sólo nos vemos cada once meses… ¿cuándo entenderá el mundo que yo siento que lo he conocido siempre? ¿No será que en el fondo, somos un hilo de almas que se esparce por los cuerpos, las formas; un círculo, un todo? ¿Por qué no entras ahí madre? *se limpia las lágrimas*
Tomás: Qué desgracia que me acompaña, qué ironía que me
azota ¿por qué se tuvo que ir? Mis días son eternos. Camila, te siento aquí y
me siento tan solo también; no conozco la vida, he sido un enjaulado, proscrito
al encierro, el exilio; pero siento que eres mi puerta, la puerta y la misma
llave ¿Los amigos son eso acaso? ¿Puerta y llave del mundo? No somos mayor cosa
estando solos, sólo copos de nieve,
hojas de otoño, flotando en un abismo. Dios ayúdame *siente algo extraño*… ven
Camila… te siento tan cerca.
Camila: Debo verlo, siento que hoy más que nunca me necesita *decide irse, se escapa por la ventana y sorprende a Tomás*
Se crea un efecto de ventana abriéndose, Camila pasa notándose que hubo un lapso de tiempo hasta llegar al cuarto de Tomás.
Tomás: *sonrisa de profunda felicidad y sinceridad* ¡CAMILA!
Camila: *lo mira con complicidad, sonriendo también* No he terminado de leerte el cuento.
Camila: Debo verlo, siento que hoy más que nunca me necesita *decide irse, se escapa por la ventana y sorprende a Tomás*
Se crea un efecto de ventana abriéndose, Camila pasa notándose que hubo un lapso de tiempo hasta llegar al cuarto de Tomás.
Tomás: *sonrisa de profunda felicidad y sinceridad* ¡CAMILA!
Camila: *lo mira con complicidad, sonriendo también* No he terminado de leerte el cuento.
Camila se sienta en el
suelo junto con Tomás, va susurrando parte de la historia:
Camila: Fantonia se acercaba al pozo, y era ya muy muy tarde… *bosteza* como aquí en el mundo real
Tomás: ¿Mundo real? Yo soñé que vivía en un castillo, estaba en un calabozo; todo era muy frío...
Camila: Fantonia se acercaba al pozo, y era ya muy muy tarde… *bosteza* como aquí en el mundo real
Tomás: ¿Mundo real? Yo soñé que vivía en un castillo, estaba en un calabozo; todo era muy frío...
¿Crees que los sueños sean una visión del futuro?
Camila: Creo que más bien
*pensando*, nos muestran nuestro interior. Yo soñé que era una
princesa y alguien llegaba… no recuerdo
quién era, sé que no era un príncipe ni nada de esas cosas; venía a sacarme
también de un calabozo creo, estaba encerrada… Ja, ha de ser que necesito ser
rescatada por alguien *se ríe, pero no a carcajadas*
Aquí se debe notar el sueño en los ojos de ambos
Tomás: Deberíamos dormir *bostezo* mañana será otro día *se acuesta a dormir en el suelo
Camila: *Sonríe* *Se acuesta a dormir también en el suelo*
Suena La danza del hada de azúcar de Tchaikovski
Aquí se debe notar el sueño en los ojos de ambos
Tomás: Deberíamos dormir *bostezo* mañana será otro día *se acuesta a dormir en el suelo
Camila: *Sonríe* *Se acuesta a dormir también en el suelo*
Suena La danza del hada de azúcar de Tchaikovski
El libro se abre solo,
haciendo uso de un hilo. El libro está en la mesa, empiezan a escucharse risas
en off, van saliendo los juguetes malos del libro, Camila despierta creyendo
que es un sueño, por lo que no le da mucha importancia a ver juguetes ahí.
Nótese que mientras salen los juguetes del libro hacen una danza –la coreógrafa es la
encargada- y en la danza participa Camila que al despertarse empieza a buscar a
los juguetes. La danza debe finalizar en
un lapso de al menos un minuto como máximo, en lo que los juguetes malos
atrapan a Camila –que se duerme de nuevo- y se la llevan con ella al libro.
ESCENA II (En el
mundo de los juguetes)
Los juguetes han
salido del pozo con Camila.
Juguete malo X: *risa malvada* *mira a Camila mientras la llevan cargada*
Juguete malo Y: Bueno, Fantonia seguro nos agradecerá, ¡oh sí! Señores, hoy vamos a beber, yo invito.
Juguete malo Z(Álvaro): Déjenla ahí tirada, Fantonia no debe tardar mucho
Los demás juguetes malos están detrás haciendo cosas cualesquiera, hablando entre ellos, echando chistes, pero todo a muy suave tono, sin proyectar demasiado la voz; algunos salen del pozo.
Juguete malo X: *risa malvada* *mira a Camila mientras la llevan cargada*
Juguete malo Y: Bueno, Fantonia seguro nos agradecerá, ¡oh sí! Señores, hoy vamos a beber, yo invito.
Juguete malo Z(Álvaro): Déjenla ahí tirada, Fantonia no debe tardar mucho
Los demás juguetes malos están detrás haciendo cosas cualesquiera, hablando entre ellos, echando chistes, pero todo a muy suave tono, sin proyectar demasiado la voz; algunos salen del pozo.
Llega Fantonia con su
ayudante, quién camina medio jorobado. Fantonia viene caminando erguida,
mostrando su poderío en el rostro; mira a todos los súbditos; les arroja pilas
duracell.
Fantonia: Aquí tienen, miserables. Ahora los quiero fuera de mi vista.
Los juguetes malos–excepto dos- se van, esos dos se quedan para levantar a Camila.
Fantonia: *mira a Camila de pies a cabeza* Al castillo, junto con la princesa. Esta niña me dará el poder para dominar el mundo, y nadie sabe cómo detenerme *risa malvada*
Ayudante: Sólo hay que traer al hombre único *de manera muy inoportuna pero inocente dice esto*, el que sólo está en uno de los dos mundos.
Fantonia: *lo mira con rabia de madre a hijo* ¡Idiota! Qué no digas esa información en público *y mira al público* ¿Cuántas veces te lo he dicho?
Ayudante: *cara de regañado* Okay…
Fantonia se va mientras arrastra al ayudante de la oreja, los dos juguetes malos se llevan a Camila.
Los cuatro juguetes buenos están detrás del pozo, escondidos, y escucharon todo. Cuando el terreno está despejado salen los cuatro.
Daniela: De ahí salieron *señala el pozo *… y tú *mira a Laura de manera retadora* de escéptica, hablando mal de la metafísica.
Laura: Bueno eeehh *tono de reclamo*, todo mundo se equivoca
Paula: Más si es un aparatejo que a duras penas puede saber para qué vino al mundo y se alimenta a base de pilas.
Santiago: Por Dios ¿podemos entrar al pozo a rescatar nuestro mundo? ¿O van a seguir con esas vainas?
Todos tres menos Santiago: Sí, sí, ya vamos… ¿Quién primero? Ah… yo yo, ya voy.
Fantonia: Aquí tienen, miserables. Ahora los quiero fuera de mi vista.
Los juguetes malos–excepto dos- se van, esos dos se quedan para levantar a Camila.
Fantonia: *mira a Camila de pies a cabeza* Al castillo, junto con la princesa. Esta niña me dará el poder para dominar el mundo, y nadie sabe cómo detenerme *risa malvada*
Ayudante: Sólo hay que traer al hombre único *de manera muy inoportuna pero inocente dice esto*, el que sólo está en uno de los dos mundos.
Fantonia: *lo mira con rabia de madre a hijo* ¡Idiota! Qué no digas esa información en público *y mira al público* ¿Cuántas veces te lo he dicho?
Ayudante: *cara de regañado* Okay…
Fantonia se va mientras arrastra al ayudante de la oreja, los dos juguetes malos se llevan a Camila.
Los cuatro juguetes buenos están detrás del pozo, escondidos, y escucharon todo. Cuando el terreno está despejado salen los cuatro.
Daniela: De ahí salieron *señala el pozo *… y tú *mira a Laura de manera retadora* de escéptica, hablando mal de la metafísica.
Laura: Bueno eeehh *tono de reclamo*, todo mundo se equivoca
Paula: Más si es un aparatejo que a duras penas puede saber para qué vino al mundo y se alimenta a base de pilas.
Santiago: Por Dios ¿podemos entrar al pozo a rescatar nuestro mundo? ¿O van a seguir con esas vainas?
Todos tres menos Santiago: Sí, sí, ya vamos… ¿Quién primero? Ah… yo yo, ya voy.
Se cierran las
cortinas.
ESCENA III
Salen los juguetes del
libro, no hay música. Están en el cuarto de Tomás
Laura: *sorprendida* Oh por…
Daniela: Él es el que sólo existe en un mundo. Despiértenlo, debemos rescatar a la niña y la princesa
Paula: ¿Lo condenaremos a la eterna soledad del calabozo por nuestro beneficio? Wow *tono sarcástico*
Santiago: Se condenará por su amiga, seguramente, y eso nos ayuda a todos.
Tomás: *se despierta y mira con sorpresa a todos* pero ¿qué es esto?
Daniela: No hay tiempo para explicaciones, síguenos *se lo lleva al libro*
Todos entran al libro se cierran las cortinas
Laura: *sorprendida* Oh por…
Daniela: Él es el que sólo existe en un mundo. Despiértenlo, debemos rescatar a la niña y la princesa
Paula: ¿Lo condenaremos a la eterna soledad del calabozo por nuestro beneficio? Wow *tono sarcástico*
Santiago: Se condenará por su amiga, seguramente, y eso nos ayuda a todos.
Tomás: *se despierta y mira con sorpresa a todos* pero ¿qué es esto?
Daniela: No hay tiempo para explicaciones, síguenos *se lo lleva al libro*
Todos entran al libro se cierran las cortinas
ESCENA IV
Al abrirse las cortinas aparece el cuarto de
Camila, con utilería que lo haga parecerse al de una
princesa y al mismo tiempo al de Tomás. Aquí suena un fragmento del primer movimiento de la Scherezade de Rimsky Korsakov que representará el momento en el que los dos mundos se mezclan. Debe sentirse un pequeño estruendo en todo el escenario, las sillas, las mesas y la decoración pueden ser agitadas por los tramoyistas. En ése cuarto Camila y la princesa se miran asombradas de lo idénticas que son.
Camila: Eres… la…
Princesa: Sí, soy ella misma, llevo aquí encerrada un mes más o menos; lamento mucho que te hayan raptado
Camila: ¿Raptado?
Princesa: Eres mi contraparte… así es como Fantonia anula mi poder, haciéndome encarar con mi otro, propio yo.
Aquí se hace una pantomima en la que cada una de las chicas se imita, como espejos
Princesa: Fantonia va a dominar el mundo… no sé qué hacer
Camila: ¿Qué es la vida?, un frenesí. ¿Qué es la vida?, una ilusión, una sombra, una ficción, y…*como diciéndolo para sí pero haciendo que el público escuche*
Princesa: ¿Ah?
Camila: *espaciado diciéndose con angustia* el mayor bien es pequeño
Llega Fantonia de improviso
Fantonia: Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son *mirada malvada, pero dicho con sutileza y delicia de rapsoda griego*. Pedro Calderón de la Barca. Tenemos una muchachita culta aquí; qué hastío. En este mundo sólo leo yo jovencita, y por cierto, tu amiguito estará solo, muy solo.
Camila: *La mira como retándola* Desgraciada.
La princesa está congelada por ver a Fantonia
Fantonia: Las dejo niñas, iré a conquistar el mundo.
Alegato por Camila, pero las cortinas se cierran.
Sale el barrendero
princesa y al mismo tiempo al de Tomás. Aquí suena un fragmento del primer movimiento de la Scherezade de Rimsky Korsakov que representará el momento en el que los dos mundos se mezclan. Debe sentirse un pequeño estruendo en todo el escenario, las sillas, las mesas y la decoración pueden ser agitadas por los tramoyistas. En ése cuarto Camila y la princesa se miran asombradas de lo idénticas que son.
Camila: Eres… la…
Princesa: Sí, soy ella misma, llevo aquí encerrada un mes más o menos; lamento mucho que te hayan raptado
Camila: ¿Raptado?
Princesa: Eres mi contraparte… así es como Fantonia anula mi poder, haciéndome encarar con mi otro, propio yo.
Aquí se hace una pantomima en la que cada una de las chicas se imita, como espejos
Princesa: Fantonia va a dominar el mundo… no sé qué hacer
Camila: ¿Qué es la vida?, un frenesí. ¿Qué es la vida?, una ilusión, una sombra, una ficción, y…*como diciéndolo para sí pero haciendo que el público escuche*
Princesa: ¿Ah?
Camila: *espaciado diciéndose con angustia* el mayor bien es pequeño
Llega Fantonia de improviso
Fantonia: Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son *mirada malvada, pero dicho con sutileza y delicia de rapsoda griego*. Pedro Calderón de la Barca. Tenemos una muchachita culta aquí; qué hastío. En este mundo sólo leo yo jovencita, y por cierto, tu amiguito estará solo, muy solo.
Camila: *La mira como retándola* Desgraciada.
La princesa está congelada por ver a Fantonia
Fantonia: Las dejo niñas, iré a conquistar el mundo.
Alegato por Camila, pero las cortinas se cierran.
Sale el barrendero
Narrador:
Sé que me extrañaban, a lo mejor no me recordaban. En fin. Esa noche los dos
mundos se entrelazaron, los juguetes
malos se preparaban para atacar el mundo real, cuentan que… se podían ver las
hordas de juguetes marchando como militares yendo directo al pozo. *mirando al
público más de cerca* ¿Qué diferencia hay entre lo real y lo ficticio? ¿Qué tan
fuerte es la amistad de nuestros amiguitos? Un tesoro tan necesario.
ACTO FINAL
ESCENA I
Salen todos los juguetes malos marchando de
un lado del escenario a otro, liderados por el juguete militar, no se colocarán
tambores, se hará una marcha en la que cada uno de los juguetes asemeje ese
grito típico militar “Jei Jo, Jei jo” mientras marchan. Los juguetes buenos
siguen escondidos detrás del pozo, ésta vez con Tomás. En cuanto se van todos
los malos los buenos hablan.
Daniela:
Ahora deberás ir al calabozo, nosotros te llevaremos, encuentras a tu chica y…
Laura: Puedes
rescatarla, tienes un poder y es que no tienes paralelos, por lo que, en éste
mundo puedes romper las barreras fácilmente…
Paula: Luego
entrarás al calabozo la saludarás, picos, etcétera y entonces allí…
Santiago:
*con tono imprudente* Vivirás los próximos años de tu vida, sólo podrás hacerte
sentir, como un recuerdo…
Los tres
menos Santiago: ¡Oiga! Se supone que no le íbamos a decir
Tomás:
Entonces *titubeando* para rescatarla debo…
Todos cuatro:
Sacrificarte *tono de sentencia*
Tomás: Y ser
un recuerdo… ¿por eso sentía a Camila en
el cuarto aún sin que ella estuviera ahí?
Paula: Verás…
Los universos se conectan entre sí, hay ideas que trascienden, cuando extrañas
a Camila, hay alguna *hace gesto de comillas* “Camila” que existe en algún
universo, la Camila de este universo es la princesa, y al estar con tu Camila,
se anulan sus poderes. Tú, por alguna extraña razón no puedes ser recreado en
otros universos, vives en uno solo, el que escojas…
Santiago:
Suficiente de palabrería, no lo confundas. *interrumpe*
Daniela:
¿Aceptas sacrificarte?
Tomás:*tragando*
Acepto.
Laura: Pues
andando *se lo llevan*
Se cierra la cortina.
ESCENA II
Aparece Tomás en las barreras al lado del
calabozo. Está solo. Saluda a Camila con desespero y luego se detiene, debe
decirle.
Camila:
¡Tomás! Nunca pensé que estaría tan feliz de verte dos veces el mismo día
Tomás: Vine a
ser el héroe del cuento
Princesa: ¿Te
sacrificarás?
Camila:
¿Sacrificio?
Tomás: Sí, no
te preocupes Camila, estaré contigo luego, confía en mí. *dice para sí mismo* como
un recuerdo
Momento emotivo. Tomás rompe las barreras,
le pide a las niñas que se vayan, de nuevo suena un fragmento de Korsakov. Las
niñas se van, queda Tomás solo ahí, los adorno y el mobiliario del cuarto
sucumben y toma apariencia de calabozo, desolado y frío. Tomás repite “un
recuerdo”. Las cortinas se cierran.
El narrador aparece de nuevo. Pero ahora con
las cortinas abiertas mientras sucede lo que narra. Nótese que ya se debió
cambiar la escenografía, del calabozo al castillo.
Narrador: Un
recuerdo era lo que quedaba ahora de Tomás en el mundo, al menos, el mundo de
Camila. Ella corrió y corrió, vio cómo los juguetes malos iban desfalleciendo,
y entró al pozo. Permítanme cerrar esto una vez más. *cierra las cortinas* *mira el reloj como
esperando* *asoma la cabeza por las cortinas* ¿Ya está listo? Bien, sigamos.
ÚLTIMA ESCENA
En esta escena se vuelve al cuarto del
orfanato, Camila está sola, vuelve a sonar asleep. Se queda mirando la ventana,
por unos diez segundos o doce.
Camila: Un
recuerdo es todo lo que queda, a veces pienso… ¿No somos todos un simple
recuerdo del pasado? Vamos por ahí dejando un rastro… somos unas huellas que
avanzan, qué tristes huellas las que van solas, en un desierto sin más líneas,
que vayan en zigzag o curveadas *hace con las manos esas figuras*,
completamente sola.
Pero no me siento sola en este instante, lo siento aquí, a mi lado, siento que me habla. No puede morir, aquello que se incrusta en el corazón, ese cuchillo caliente que se hinca en la carne de una persona al conectarse con otra; se funde el acero en la piel y algo viaja de una persona a otra. Algo o alguien. Y ¿por qué no decir que cuando se piensa en alguien también él lo piensa a uno? Su recuerdo… ¿Por qué no decir que somos el círculo? Y ¿el círculo es Dios y todos somos parte de él? Y ¿si en cada amigo que hacemos hallamos un pedazo de Dios y de nosotros? Al morir, todo acaba como quedó aquí en la tierra… El recuerdo entonces ¿no es esa persona misma viva? E incluso si no muere y se aleja, o si se queda y se acerca, nos acompañe o nos deje. Si la amistad y el amor no están destinados a morir, no se puede estar completamente solo *mira el cielo*, nunca.
Pero no me siento sola en este instante, lo siento aquí, a mi lado, siento que me habla. No puede morir, aquello que se incrusta en el corazón, ese cuchillo caliente que se hinca en la carne de una persona al conectarse con otra; se funde el acero en la piel y algo viaja de una persona a otra. Algo o alguien. Y ¿por qué no decir que cuando se piensa en alguien también él lo piensa a uno? Su recuerdo… ¿Por qué no decir que somos el círculo? Y ¿el círculo es Dios y todos somos parte de él? Y ¿si en cada amigo que hacemos hallamos un pedazo de Dios y de nosotros? Al morir, todo acaba como quedó aquí en la tierra… El recuerdo entonces ¿no es esa persona misma viva? E incluso si no muere y se aleja, o si se queda y se acerca, nos acompañe o nos deje. Si la amistad y el amor no están destinados a morir, no se puede estar completamente solo *mira el cielo*, nunca.
FIN DE LA
OBRA
martes, 12 de noviembre de 2013
CONCUPISCENCIA
CONCUPISCENCIA
“Solo un gato por casa” comunicaba el jefe, que con su
voz roñosa salía corriendo de una esquina de la cuadra hacía la otra, dando
alaridos que se escuchaban en las 6x6 casas de la cuadra. Cada cuadra tenía su
jefe, cada cuadra 36 casas y, por consiguiente 36 gatos; unos eran negros como
Lipondio, el pintor de murales, otros blancos, peludos, castaños, peludos,
gordos; pero ninguno como el gato que le regalo su abuela a Hincapierto, un
gato singularmente raro, feo, horroroso, como darle una patada a una rata y
cruzarla con dos serpientes, aun así, un gato maravilloso de abdomen pálido con
dos manchitas rojas.
Hincapierto siempre dormía en su suelo duro y frío
mientras oía a su gato maullar; era esta la costumbre, cada noche el dueño
calentaba, hacía estiramiento, besaba el espejo y luego se recostaba en el
suelo que tanto amaba, mientras tanto, el gato el miraba fijamente cada acción,
para saber de qué manera maullar y arrullarlo. Durmió quizá unos tres cuartos
por tres menos una hora, cuando de golpe lo despertó el silencio, “No escucho
nada, así no se puede dormir en paz” y mandó un puñetazo al gato, que para su
sorpresa, ya no estaba, y ni pelo quedo, porque era calvo, inmundo.
“¡Se robaron mi gato!”-. Y su vecino, Lipondio, el pintor, encorvado yacía detrás de la ventana de su casa, burlándose de la pérdida del gato. “Sólo mío”- susurraba Lipondio, que como los rayos lunares al entrar por los patios, se había deslizado sigilosamente por la tapia de su vecino, y poom, agarró al gato del abdomen pálido y dos pequitas; su afán por pintar gatos lo incitó a obtener el más exótico. Cuando Lipondio se devolvió a su galería -pues ahí había puesto el gato para pintarlo-, la halló vacía, sin pinceles y sin el gato. “¡Oh no! ¡He perdido mi gato!” se repetía chirriando entre dientes estas palabras, y como piedra rodando por barranco, salió agitado, algente, gritando por la calle.
Todo esto sucedió a las tres de la mañana, en la calle estaban Hincapierto y Lipondio, gritando desesperados, confundidos, bramando por el gato perdido, mientras todos los vecinos dormían profundos y mensos, hipnotizados en los maullidos de sus gatos.
-¡Señor! ¿Perdió su gato?- preguntó Hincapierto a Lipondio.
-Sí señor ¡perdí a su gato!
-¿Mi gato ha dicho usted?
-No, no, su gato, perdí a su gato ¿No me había preguntado usted por su gato?
-¡Es cierto! Más vale encontrar a su gato, el insomnio mata.
Y juntos, gritaron y corrieron como infantes por lo largo del barrio, bajando toda la carrera 39, pasando de la calle 27 a la 15.
La noche estaba dormitando sobre sus cabezas, las estrellas eran como blancas notas en octogramas infinitesimales, cuya cósmica música apenas si se oía bajo la incesante sinfonía de los gatos citadinos. A Lipondio le dolía ya la boca de lo abierta que la mantuvo, y a Hincapierto se le cansaron los pies, por suerte, el Jefe de la 39 con 15 de tez tan igual a todos los demás, se apareció, dando alaridos como un pandemonio y todos los locos que habitaban la ciudad:
-Gato por casa, uno; gente por gato, uno; gato por gato, gatos.- y sus ojos estaban brotados, su piel húmeda de sudor y los gatos…
-Señor –gritó Lipondio- ¡¿Ha visto a su gato?!
-¡No le escucho! –Contestó el jefe- ¿Qué si soy un puto ingrato?
-Sí, sí, eso exactamente –dice Hincapierto-.
-Su gato señor, perdimos a su gato, moriremos por el insomnio, ayúdenos.-añadió Lipondio desesperado. Nadie se entendía, todos perdimos a su gato ingrato, y pronto seguramente las dos pequitas rojas serían vistas por alguien más, quizá por otro jefe u otro gato, quizá la moneda de plata que circundaba el cielo ya lo había encontrado, al inmundo animal ingrato ese.
Ya eran las 3:15 A.M y de pronto todos se calmaron; resolvieron que el Jefe de la 39 con 15 había visto a su gato perdido ingrato pero sólo por un momento. “Vi esa cosa horrenda y me desmayé. Entonces al despertar, recité mi hermosa poesía: Gato por casa, uno; gente por gato, uno; gato por gato, gatos” y repitió así como un loro hasta que se desmayó nuevamente. Su gato, el horrendo, no aparecía, y los dos hombres miraban consternados al jefe desmayado; de su bolsillo sobresalía una esquinita de papel, un sobre. Se acercaron lento y se miraron a los ojos:
-Ha de ser para usted, Señor Hincapierto.
-Claro que sí Lipondio, seguro es para usted, además mire, está manchada de pintura.
Lipondio agarró el sobre y lo abrió. El sobre desprendía un olor a sarna y pájaro muerto, contenía una letra inconfundible, era suya, de su gato:
“Querido Hincapierto, debo advertirle que su vecino me ha robado; yo que soy genio he escapado, pero los jefes me han perseguido todas esas doce calles. Fui agarrado por el de la 39 con 15, que me hundió sus dedos en el vientre, en las dos pequitas y me lanzó al cielo. Estoy en el parque Totis esperándolo. Si no llega a las 3:40 o antes me iré. –Su gato”
-¡Es de su gato!-Gritó Lipondio-.
-¿Qué dice? ¿Qué dice?
-Dice que me lo robé y que para encontrarlo debemos ir al parque Totis antes de las 3:40
-¿Se robaron mi gato? ¿Ha sido usted?
-Sí ¡Fue usted!
-¡Madre mía!- finalizó Hincapierto, y corriendo luego de mirar su reloj –que marcaba las 3:30- salió junto con Lipondio al parque Totis.
El parque Totis quedaba en la 39 con 5 y salía de él cierto vapor extraño que se hilaba en formas poligonales, desprendiendo olor a alcantarilla. En su centro había dos árboles, robles musculosos untados de rocía putrefacto y, eran estos árboles los que atraían a los locos. Los locos se caracterizaban por vivir noctámbulos, insómnicos, cachetipálidos y desordenados; a ninguno le quedaba gato alguno y con las pupilas dilatadas, como agujeros negros, se sentaban a observar el rocío de los robles caer despacio, baboso, como la saliva de un bebé, por los hojas, por el tronco. “Los gatos son malignos” vociferaban los locos y durante cada madrugada se jactaban de ser libres e impecables.
A eso de las 3:37 llegaron Hincapierto y Lipondio al parque Totis; asustados apenas se inmiscuían por los senderos que llevaban al roble mayor, pues pensaron que, con la osadía de del gato, su gato, éste iría a burlarse de los locos, y era esto precisamente lo que los helaba, los locos.
-Qué frío hace, Lipondio.
-Es su gato un imbécil, Hincapierto –discutía enfurecido Lipondio-. Nos va a hacer matar o enloquecer ¿y acaso no es lo mismo? Mis cuadros ya no pintarán gatos, ni mis manos tocarán pelos.
-De igual forma moriremos si nos quedamos sin su gato, el insomnio…
-Cállese Hincapierto, usted no debió dejarse robar el gato.
-¿Y no había sido usted quien lo había robado? El gato es de todos y para todos, por eso todos tienen uno, hay que ser equita…
-Shh, oigo algo, cállese Hincapierto –gritaba como con un megáfono pegado a los labios Lipondio, mientras los locos se acercaban jadeantes y felices por los senderos.
Pasaron cinco locos mientras Lipondio e Hincapierto se escondían detrás de un arbusto. Como en un ritual acattus danzaban alrededor del roble “No a los gatos, seamos libres” y se condensaba el vapor putrefacto, las miradas se conjugaban y recitaban poesía pagana. Los santos, el pintor y el vecino, se helaron y de golpe, salió su gato del roble. Bajó ágil el tronco y dejó otro sobre en el suelo. Los locos se esparcieron y se fueron del parque Totis, en busca de un gato para cada uno, pues al ver a su gato, las manchas rojas, los ojos de serpiente y la cara de rata, se sumieron en una nihilista soledad, necesitaban en últimas a un gato.
Lipondio se apresuró a agarrar la carta y evitó todo loco que por ahí pasara, parecía una liebre, saltando con sus dos patas que se encogían y elásticamente se estiraban para lograr el impulso y saltar; entre tanto, Hincapierto lloraba al ver como su gato se desvanecía entre las sombras.
Eran las 3:42 A.M y faltaba poco para el nacimiento del alba. La luna de plata miraba reída el espectáculo y ordenaba a las nubes no cubrirla, para tener silla de primera fila. Lipondio destapó el sobre y tomó la carta en sus manos. Hincapierto seguía llorando. “Escuche atentamente” dijo Lipondio:
“Querido Hincapierto, le he esperado por mucho tiempo ya, así que me fui a la biblioteca Kafka, le escuché a los locos que ahí no hay santos y, además hay demasiada información sobre la teoría musical, partituras de la clave bien temperada de Bach y nocturnos de Chopin. Le esperaré ahí, más vale que entre antes de las 5:30 A.M o me iré, y usted, que me ha perdido en la noche morirá por el insomnio – Su gato.”
Era todo esto cierto, la biblioteca Kafka estaba llena de la más selecta literatura universal: Camus, Kant, Borges, Kipling, Cortázar, Russeau y en fin, un sinfín de fines distintos. Había un piano de cola Steinway and son y bien sabemos que a diferencia de los locos y los santos, los gatos aprecian la buena música, el buen arte.
Los santos no conocían tal cosa, vivían herméticos, acobijados por la sinfonía de los gatos, eran como cajas fuertes de alta seguridad, poco entraba, poco salía, vigiladas todas por el jefe de cada cuadra “Gato por casa, uno; gente por gato; uno; gato por gato, gatos”. Las mentes se cuadriculaban y los circuitos bioeléctricos del cerebro se apagaban lentamente. Claramente Lipondio era un santo, y su arte fatalmente esclavo; Hincapierto era zombie, lento como babosa, baboso como babosa, gato por gato, gatos.
Hincapierto al procesar la información de la carta esbozó una ligera sonrisa, fingida, de las que preceden al llanto, Lipondio lo miró, le agarró la mano y salió a correr, directo a la biblioteca Kafka en la 39 con 1.
La luz de los postes se dilataba y sus rayos se desplazaban cada vez más hacia Lipondio e Hincapierto, formando triángulos cuyo ángulo decrecía más y más, la luz se acercaba y les palpaba todo el cuerpo encegueciéndolos un poco. Caminaron a paso lento, pues el llanto de Hincapierto provocaba una extraña espesura en el suelo cuando sus lágrimas impactaban sobre la carretera. De pocos pasos fueron llegando a la biblioteca.
La biblioteca se levantaba en toda la 39 con 1 como un monolito de obsidiana. El reloj de la cúpula marcaba ya las 4:15 A.M. Detrás de los portones se escuchaba el ligero murmullo, trémulo y vacilante de un piano, que charlaba melancólico con los muros, tocaban a Chopin. Lipondio entró con Hincapierto a la biblioteca, abrieron la puerta con una fuerza ligera, y rechinantes, los portones abrieron paso a los visitantes.
-¿Qué es aquello que suena? –Pregunta Lipondio-
-¿Qué más sino mi alma? Su gato, Lipondio, debe estar aquí escondido, puedo sentirlo.
Sonaba un nocturno en do sostenido menor de Chopin, los trémolos, el arpegio imparable como una ola se empalagaba en las almas de ambos, en el fondo los leves maullidos. Su gato estaba ahí, acá, allé. Un agitato desesperado los aturdía, y el gato. Hincapierto miraba a Lipondio y éste le miraba a él.
-¡No! ¡No! Mantenga fuerzas –dijo Lipondio- su gato ¿no lo oye? Está ahí, vamos, vamos.
No hubo respuesta. Los maullidos acrescentabánse, melancólicos, cada vez más desesperantes y desesperados. Lipondio lloró pero no se detuvo ante la oscura melodía. Vagó por entre los estantes, bajó unos cinco metros, luego giró a la izquierda y tropezó con el piano. Nadie lo tocaba, o más bien, él mismo se tocaba. A Lipondio se le brotaron las venas de la cabeza, ardía de ira, su última áncora fracasada, su gato perdido, Hincapierto paralizado. De un sopetón se impulsó al piano y empezó a golpearlo con todas sus fuerzas. Golpeó escupió, maldijo. Su gato se deslizaba tembloroso a sus espaldas, encogió sus patas traseras, las estiró y brincó a la espalda de Lipondio. Juntos cayeron al precipicio tras el piano y la biblioteca, ahí acababa el mundo, en la calle primera. El piano resonaba y se agitaba. Caían, caían los desgraciados; grito tras grito, vértigo y maullido. El sol acariciaba los límites de la ciudad, se asomaba apenas. Insomnio, abismal caída; retraído en sí mismo Hincapierto. Murieron.
Ese día, la mañana cantó cantábile, los santos se quedaron en sus casas con sus gatos y no hubo más locos. Nunca se supo de aquellos abandonados, era costumbre que, por cada gato muerto, muriera un hombre, aunque todos fueran uno y uno fueran todos. Recíprocos ambos, gato-humano, se dependían el uno del otro. Nunca jamás se escuchó la música cósmica, la nota de oro.
“¡Se robaron mi gato!”-. Y su vecino, Lipondio, el pintor, encorvado yacía detrás de la ventana de su casa, burlándose de la pérdida del gato. “Sólo mío”- susurraba Lipondio, que como los rayos lunares al entrar por los patios, se había deslizado sigilosamente por la tapia de su vecino, y poom, agarró al gato del abdomen pálido y dos pequitas; su afán por pintar gatos lo incitó a obtener el más exótico. Cuando Lipondio se devolvió a su galería -pues ahí había puesto el gato para pintarlo-, la halló vacía, sin pinceles y sin el gato. “¡Oh no! ¡He perdido mi gato!” se repetía chirriando entre dientes estas palabras, y como piedra rodando por barranco, salió agitado, algente, gritando por la calle.
Todo esto sucedió a las tres de la mañana, en la calle estaban Hincapierto y Lipondio, gritando desesperados, confundidos, bramando por el gato perdido, mientras todos los vecinos dormían profundos y mensos, hipnotizados en los maullidos de sus gatos.
-¡Señor! ¿Perdió su gato?- preguntó Hincapierto a Lipondio.
-Sí señor ¡perdí a su gato!
-¿Mi gato ha dicho usted?
-No, no, su gato, perdí a su gato ¿No me había preguntado usted por su gato?
-¡Es cierto! Más vale encontrar a su gato, el insomnio mata.
Y juntos, gritaron y corrieron como infantes por lo largo del barrio, bajando toda la carrera 39, pasando de la calle 27 a la 15.
La noche estaba dormitando sobre sus cabezas, las estrellas eran como blancas notas en octogramas infinitesimales, cuya cósmica música apenas si se oía bajo la incesante sinfonía de los gatos citadinos. A Lipondio le dolía ya la boca de lo abierta que la mantuvo, y a Hincapierto se le cansaron los pies, por suerte, el Jefe de la 39 con 15 de tez tan igual a todos los demás, se apareció, dando alaridos como un pandemonio y todos los locos que habitaban la ciudad:
-Gato por casa, uno; gente por gato, uno; gato por gato, gatos.- y sus ojos estaban brotados, su piel húmeda de sudor y los gatos…
-Señor –gritó Lipondio- ¡¿Ha visto a su gato?!
-¡No le escucho! –Contestó el jefe- ¿Qué si soy un puto ingrato?
-Sí, sí, eso exactamente –dice Hincapierto-.
-Su gato señor, perdimos a su gato, moriremos por el insomnio, ayúdenos.-añadió Lipondio desesperado. Nadie se entendía, todos perdimos a su gato ingrato, y pronto seguramente las dos pequitas rojas serían vistas por alguien más, quizá por otro jefe u otro gato, quizá la moneda de plata que circundaba el cielo ya lo había encontrado, al inmundo animal ingrato ese.
Ya eran las 3:15 A.M y de pronto todos se calmaron; resolvieron que el Jefe de la 39 con 15 había visto a su gato perdido ingrato pero sólo por un momento. “Vi esa cosa horrenda y me desmayé. Entonces al despertar, recité mi hermosa poesía: Gato por casa, uno; gente por gato, uno; gato por gato, gatos” y repitió así como un loro hasta que se desmayó nuevamente. Su gato, el horrendo, no aparecía, y los dos hombres miraban consternados al jefe desmayado; de su bolsillo sobresalía una esquinita de papel, un sobre. Se acercaron lento y se miraron a los ojos:
-Ha de ser para usted, Señor Hincapierto.
-Claro que sí Lipondio, seguro es para usted, además mire, está manchada de pintura.
Lipondio agarró el sobre y lo abrió. El sobre desprendía un olor a sarna y pájaro muerto, contenía una letra inconfundible, era suya, de su gato:
“Querido Hincapierto, debo advertirle que su vecino me ha robado; yo que soy genio he escapado, pero los jefes me han perseguido todas esas doce calles. Fui agarrado por el de la 39 con 15, que me hundió sus dedos en el vientre, en las dos pequitas y me lanzó al cielo. Estoy en el parque Totis esperándolo. Si no llega a las 3:40 o antes me iré. –Su gato”
-¡Es de su gato!-Gritó Lipondio-.
-¿Qué dice? ¿Qué dice?
-Dice que me lo robé y que para encontrarlo debemos ir al parque Totis antes de las 3:40
-¿Se robaron mi gato? ¿Ha sido usted?
-Sí ¡Fue usted!
-¡Madre mía!- finalizó Hincapierto, y corriendo luego de mirar su reloj –que marcaba las 3:30- salió junto con Lipondio al parque Totis.
El parque Totis quedaba en la 39 con 5 y salía de él cierto vapor extraño que se hilaba en formas poligonales, desprendiendo olor a alcantarilla. En su centro había dos árboles, robles musculosos untados de rocía putrefacto y, eran estos árboles los que atraían a los locos. Los locos se caracterizaban por vivir noctámbulos, insómnicos, cachetipálidos y desordenados; a ninguno le quedaba gato alguno y con las pupilas dilatadas, como agujeros negros, se sentaban a observar el rocío de los robles caer despacio, baboso, como la saliva de un bebé, por los hojas, por el tronco. “Los gatos son malignos” vociferaban los locos y durante cada madrugada se jactaban de ser libres e impecables.
A eso de las 3:37 llegaron Hincapierto y Lipondio al parque Totis; asustados apenas se inmiscuían por los senderos que llevaban al roble mayor, pues pensaron que, con la osadía de del gato, su gato, éste iría a burlarse de los locos, y era esto precisamente lo que los helaba, los locos.
-Qué frío hace, Lipondio.
-Es su gato un imbécil, Hincapierto –discutía enfurecido Lipondio-. Nos va a hacer matar o enloquecer ¿y acaso no es lo mismo? Mis cuadros ya no pintarán gatos, ni mis manos tocarán pelos.
-De igual forma moriremos si nos quedamos sin su gato, el insomnio…
-Cállese Hincapierto, usted no debió dejarse robar el gato.
-¿Y no había sido usted quien lo había robado? El gato es de todos y para todos, por eso todos tienen uno, hay que ser equita…
-Shh, oigo algo, cállese Hincapierto –gritaba como con un megáfono pegado a los labios Lipondio, mientras los locos se acercaban jadeantes y felices por los senderos.
Pasaron cinco locos mientras Lipondio e Hincapierto se escondían detrás de un arbusto. Como en un ritual acattus danzaban alrededor del roble “No a los gatos, seamos libres” y se condensaba el vapor putrefacto, las miradas se conjugaban y recitaban poesía pagana. Los santos, el pintor y el vecino, se helaron y de golpe, salió su gato del roble. Bajó ágil el tronco y dejó otro sobre en el suelo. Los locos se esparcieron y se fueron del parque Totis, en busca de un gato para cada uno, pues al ver a su gato, las manchas rojas, los ojos de serpiente y la cara de rata, se sumieron en una nihilista soledad, necesitaban en últimas a un gato.
Lipondio se apresuró a agarrar la carta y evitó todo loco que por ahí pasara, parecía una liebre, saltando con sus dos patas que se encogían y elásticamente se estiraban para lograr el impulso y saltar; entre tanto, Hincapierto lloraba al ver como su gato se desvanecía entre las sombras.
Eran las 3:42 A.M y faltaba poco para el nacimiento del alba. La luna de plata miraba reída el espectáculo y ordenaba a las nubes no cubrirla, para tener silla de primera fila. Lipondio destapó el sobre y tomó la carta en sus manos. Hincapierto seguía llorando. “Escuche atentamente” dijo Lipondio:
“Querido Hincapierto, le he esperado por mucho tiempo ya, así que me fui a la biblioteca Kafka, le escuché a los locos que ahí no hay santos y, además hay demasiada información sobre la teoría musical, partituras de la clave bien temperada de Bach y nocturnos de Chopin. Le esperaré ahí, más vale que entre antes de las 5:30 A.M o me iré, y usted, que me ha perdido en la noche morirá por el insomnio – Su gato.”
Era todo esto cierto, la biblioteca Kafka estaba llena de la más selecta literatura universal: Camus, Kant, Borges, Kipling, Cortázar, Russeau y en fin, un sinfín de fines distintos. Había un piano de cola Steinway and son y bien sabemos que a diferencia de los locos y los santos, los gatos aprecian la buena música, el buen arte.
Los santos no conocían tal cosa, vivían herméticos, acobijados por la sinfonía de los gatos, eran como cajas fuertes de alta seguridad, poco entraba, poco salía, vigiladas todas por el jefe de cada cuadra “Gato por casa, uno; gente por gato; uno; gato por gato, gatos”. Las mentes se cuadriculaban y los circuitos bioeléctricos del cerebro se apagaban lentamente. Claramente Lipondio era un santo, y su arte fatalmente esclavo; Hincapierto era zombie, lento como babosa, baboso como babosa, gato por gato, gatos.
Hincapierto al procesar la información de la carta esbozó una ligera sonrisa, fingida, de las que preceden al llanto, Lipondio lo miró, le agarró la mano y salió a correr, directo a la biblioteca Kafka en la 39 con 1.
La luz de los postes se dilataba y sus rayos se desplazaban cada vez más hacia Lipondio e Hincapierto, formando triángulos cuyo ángulo decrecía más y más, la luz se acercaba y les palpaba todo el cuerpo encegueciéndolos un poco. Caminaron a paso lento, pues el llanto de Hincapierto provocaba una extraña espesura en el suelo cuando sus lágrimas impactaban sobre la carretera. De pocos pasos fueron llegando a la biblioteca.
La biblioteca se levantaba en toda la 39 con 1 como un monolito de obsidiana. El reloj de la cúpula marcaba ya las 4:15 A.M. Detrás de los portones se escuchaba el ligero murmullo, trémulo y vacilante de un piano, que charlaba melancólico con los muros, tocaban a Chopin. Lipondio entró con Hincapierto a la biblioteca, abrieron la puerta con una fuerza ligera, y rechinantes, los portones abrieron paso a los visitantes.
-¿Qué es aquello que suena? –Pregunta Lipondio-
-¿Qué más sino mi alma? Su gato, Lipondio, debe estar aquí escondido, puedo sentirlo.
Sonaba un nocturno en do sostenido menor de Chopin, los trémolos, el arpegio imparable como una ola se empalagaba en las almas de ambos, en el fondo los leves maullidos. Su gato estaba ahí, acá, allé. Un agitato desesperado los aturdía, y el gato. Hincapierto miraba a Lipondio y éste le miraba a él.
-¡No! ¡No! Mantenga fuerzas –dijo Lipondio- su gato ¿no lo oye? Está ahí, vamos, vamos.
No hubo respuesta. Los maullidos acrescentabánse, melancólicos, cada vez más desesperantes y desesperados. Lipondio lloró pero no se detuvo ante la oscura melodía. Vagó por entre los estantes, bajó unos cinco metros, luego giró a la izquierda y tropezó con el piano. Nadie lo tocaba, o más bien, él mismo se tocaba. A Lipondio se le brotaron las venas de la cabeza, ardía de ira, su última áncora fracasada, su gato perdido, Hincapierto paralizado. De un sopetón se impulsó al piano y empezó a golpearlo con todas sus fuerzas. Golpeó escupió, maldijo. Su gato se deslizaba tembloroso a sus espaldas, encogió sus patas traseras, las estiró y brincó a la espalda de Lipondio. Juntos cayeron al precipicio tras el piano y la biblioteca, ahí acababa el mundo, en la calle primera. El piano resonaba y se agitaba. Caían, caían los desgraciados; grito tras grito, vértigo y maullido. El sol acariciaba los límites de la ciudad, se asomaba apenas. Insomnio, abismal caída; retraído en sí mismo Hincapierto. Murieron.
Ese día, la mañana cantó cantábile, los santos se quedaron en sus casas con sus gatos y no hubo más locos. Nunca se supo de aquellos abandonados, era costumbre que, por cada gato muerto, muriera un hombre, aunque todos fueran uno y uno fueran todos. Recíprocos ambos, gato-humano, se dependían el uno del otro. Nunca jamás se escuchó la música cósmica, la nota de oro.
lunes, 11 de noviembre de 2013
Estatuas de arcilla
![]() |
Viejo Guitarrista Ciego; Picasso (1903) |
-¿Qué haces hijo músico a tan altas horas de la noche?- Preguntó el padre músico, que apenas divisaba una parte de la guitarra a través de la puerta semi abierta.
La respuesta –como era de esperarse- no fue dicha con la boca, acaso por la naturaleza de la familia o acaso por los gagueos que se notaban en hijo músico, la manzana de adán subiendo y bajando, un pobre hijo del señor arrepintiéndose del pecado que le acosaba, mientras la respuesta iba saliendo escupida de la caja de la guitarra, luego de dar constantes rebotes. Padre músico iba escuchando atentamente, como si le susurraran al oído. Considerablemente alarmado intentó decirle a hijo músico que ese acorde podría traer problemas, se apresuró a la puerta para entrar al cuarto, en lo que, por cuestiones de los garrapateos, empezaron a escucharse golpes en la puerta, a tan altas horas de la noche los vecinos no aguantarían un garrapateo, mucho menos de esa familia. Padre músico no tenía opción, era o entrar o entrar, los vecinos podrían esperar. Dio un brinco ágil para esquivar los libros tirados en el suelo e intentó de nuevo conversar con hijo músico.
-El día que yo toqué esa melodía –dijo con ese aire de erudición de los padres- estuve a punto de morir.
Los vecinos seguían tocando ferozmente la puerta, toc-toc-toc, y mientras el tempo aumentaba a pasos agigantados, el tiempo se acababa. Padre músico que había seguido impasible no soportó más y se le acercó a hijo músico diciendo:
-El día que yo toqué esa melodía, estuve a punto de morir –esto con un tono grave y de sentencia.
Hijo músico no se percataba, apenas si se inmutaba, seguía concentrado en su catarsis, martillar el mástil, desgarrar las cuerdas, una sonrisa que empezaba a esbozarse. Padre músico se acercó y lo miró fijo a los ojos, se contagió del sudor y empezó a temblar, por supuesto, la melodía los iba a matar. Los golpeteos de la puerta aumentaron, y de repente, se empezó a escuchar un fortísimo estertor desde el apartamento de arriba, un golpe percutido, grosso. Cada segundo bajaban de a dos pasos, las notas con sus negritos pies, venían del quinto, tan pronto llegar al tercero, iban bajando las escaleras –los acordes menores sonando a martillazos-, iban llegando al cuarto piso, de a dos en dos, de a dos en dos, los golpeteos de la puerta, el estallido de la chapa, la puerta abierta. Iban llegando las notas al tercer piso, los vecinos entraron, a tan altas horas de la noche, el estertor del piso de arriba, no menguaba. Las notas bajando ya entraban en la puerta al lado de los vecinos, como martillazos pisando como hijo músico tocaba. Padre músico intentó gritar, en vano; las notas de sus pies negritos ya habían llegado, como horcas fueron posándose sobre dos esculturas de arcilla. Qué triste quitarle la pasión a la tristeza.
domingo, 24 de febrero de 2013
Ambigüedades
Cada vez que Daniel mira el suelo lo toma una mirada llena de angustia, llena de dolor, agarra su tacita de café y toma un sorbo, no tan dulce, no tan malo. Leonardo lo mira, le dice que no vague, que él vagó y que el vago no se toma nada en serio, pero las penas se lo toman todo y sin azúcar, que la imaginación se confunde con la memoria, y que la conciencia vaga vaga en busca de la toma de su mente, que la culpabilidad llega impaciente, como un olor a marcador azul de alguna marca no registrada.
Daniel lo mira a los ojos y se asusta, se le erizan los vellos, Leonardo entiende, está empezando el proceso; en aquel momento con olores mixtos Daniel recuerda su toma, su hipocresía, su ambigüedad, la cara de Leonardo le lanza escombros, un fogonazo de memoria, y la culpa se lo toma todo... "¿Y si se va...?" preguntaba Daniel con el cuello torcido e hirviente, que el café quema y quemó, Si se va... se va y me voy, no voy a dejar que su partida me tome vago, ni brego a tenerla o detenerla , a tomarla del brazo o de la mano, su recuerdo se esfumará, ya sea que fumaras, o yo fumara , el olvido vago se irá y morirá en su culpa; "¿Y si se queda...?" pregunta Leonardo, si es así, si se queda... me condeno a la toma de mi vida, a la muerte de mi mente, a la mente de mi vago, si se queda me voy yo.
Daniel lo mira a los ojos y se asusta, se le erizan los vellos, Leonardo entiende, está empezando el proceso; en aquel momento con olores mixtos Daniel recuerda su toma, su hipocresía, su ambigüedad, la cara de Leonardo le lanza escombros, un fogonazo de memoria, y la culpa se lo toma todo... "¿Y si se va...?" preguntaba Daniel con el cuello torcido e hirviente, que el café quema y quemó, Si se va... se va y me voy, no voy a dejar que su partida me tome vago, ni brego a tenerla o detenerla , a tomarla del brazo o de la mano, su recuerdo se esfumará, ya sea que fumaras, o yo fumara , el olvido vago se irá y morirá en su culpa; "¿Y si se queda...?" pregunta Leonardo, si es así, si se queda... me condeno a la toma de mi vida, a la muerte de mi mente, a la mente de mi vago, si se queda me voy yo.
domingo, 10 de febrero de 2013
Viento, Luna.
"Ya la noche está nublada,
y el ciego se siente sin lazarillo,
no hay lucero que ilumine,
las tinieblas, los pasillos
Pasos lentos, prófugos,
la desesperación lo persigue.
Pesados van los pómulos,
la mirada muerta, triste.
Ya no hay luna que lo guíe,
No hay esperanza que lo aliente.
A lo lejos huyes, lazarillo,
huyes, luna inconsciente.
Ya la noche está irritada,
y el ciego en la neblina.
Luna ausente, alejada,
¿a dónde vas sin compañía?
Viento fuerte, tempestad,
Déspota confusión en su alma,
Debilidad, mortandad,
el ciego llora su amada
Ya la noche está callada,
no hay llanto, no hay nada.
Ni la salinidad de las lágrimas
sobrevive en esta vida empantanada."
y el ciego se siente sin lazarillo,
no hay lucero que ilumine,
las tinieblas, los pasillos
Pasos lentos, prófugos,
la desesperación lo persigue.
Pesados van los pómulos,
la mirada muerta, triste.
Ya no hay luna que lo guíe,
No hay esperanza que lo aliente.
A lo lejos huyes, lazarillo,
huyes, luna inconsciente.
Ya la noche está irritada,
y el ciego en la neblina.
Luna ausente, alejada,
¿a dónde vas sin compañía?
Viento fuerte, tempestad,
Déspota confusión en su alma,
Debilidad, mortandad,
el ciego llora su amada
Ya la noche está callada,
no hay llanto, no hay nada.
Ni la salinidad de las lágrimas
sobrevive en esta vida empantanada."
"Ya la noche está nublada,
y el ciego se siente sin lazarillo,
no hay lucero que ilumine,
las tinieblas, los pasillos
Pasos lentos, prófugos,
la desesperación lo persigue.
Pesados van los pómulos,
la mirada muerta, triste.
Ya no hay luna que lo guíe,
No hay esperanza que lo aliente.
A lo lejos huyes, lazarillo,
huyes, luna inconsciente.
Ya la noche está irritada,
y el ciego en la neblina.
Luna ausente, alejada,
¿a dónde vas sin compañía?
Viento fuerte, tempestad,
Déspota confusión en su alma,
Debilidad, mortandad,
el ciego llora su amada
Ya la noche está callada,
no hay llanto, no hay nada.
Ni la salinidad de las lágrimas
sobrevive en esta vida empantanada."
y el ciego se siente sin lazarillo,
no hay lucero que ilumine,
las tinieblas, los pasillos
Pasos lentos, prófugos,
la desesperación lo persigue.
Pesados van los pómulos,
la mirada muerta, triste.
Ya no hay luna que lo guíe,
No hay esperanza que lo aliente.
A lo lejos huyes, lazarillo,
huyes, luna inconsciente.
Ya la noche está irritada,
y el ciego en la neblina.
Luna ausente, alejada,
¿a dónde vas sin compañía?
Viento fuerte, tempestad,
Déspota confusión en su alma,
Debilidad, mortandad,
el ciego llora su amada
Ya la noche está callada,
no hay llanto, no hay nada.
Ni la salinidad de las lágrimas
sobrevive en esta vida empantanada."
martes, 27 de noviembre de 2012
Paco
Paco se levanta a las seis y media de la mañana, mira el reloj, la inconfundible imagen de una soga de muerte aparece, una manija ahogada en cada segundo ya pasado; Paco va al trabajo -porque le da razón para vivir, la plata no le hace falta-, se sienta en su escritorio, gira su cabeza hacia la ventanilla del edificio y ve miles de gotas lanzarse al finito abismo del piso de la realidad, del asfalto mata sueños... Cae una lágrima, Paco sonríe, aún siente. Paco regresa a su casa y ve a una daga penetrando de la manera más profunda un orificio de vida, la puerta se abre, Paco entra, se encierra, se siente libre.
Paco enciende un cigarro, el humo inunda sus pulmones, la nicotina relaja sus miocitos, tose tose tose, su mano sube al pecho, aprieta, desfallece; Abnegada tu vida inútil, tus suspiros desperdiciados, abnegado eras, Paco.
Paco enciende un cigarro, el humo inunda sus pulmones, la nicotina relaja sus miocitos, tose tose tose, su mano sube al pecho, aprieta, desfallece; Abnegada tu vida inútil, tus suspiros desperdiciados, abnegado eras, Paco.
martes, 16 de octubre de 2012
Une toile
Imagínese un cuadrado, más bien un rectángulo, cuyas líneas paralelas verticales sean la mitad de sus paralelas horizontales, algo así como un borrador, o una cama, o un televisor, amplíe su tamaño hasta que le ocupe toda la vista y que aún así pueda distinguir cada uno de sus lados; entonces riegue azul profundo, tirando a negro pero sin llegar a ese matiz, riegue azul ártico, como el mar escandinavo, a continuación échale un poco de amarillo mezclado con rojo castaño y blanco gracioso, distrubúyelo a tu gusto, preferiblemente haciendo figuras elípticas como suspiros del sol que se esconde, disfruta de ese naranja travieso que te robe el aliento. Imagíname mirándote, saliéndome del plano del cuadro, llegando a tus labios, exhalando suspiros y poemas, mis brazos largos, mis labios mojados, mi lengua exploradora, una sonrisa caballerosa, pelo salvaje, ojos de amor, el viento que cae sobre la luna, que le acaricia los montes, le besa los cráteres, la envuelve, se envuelven, se acarician, se aman locamente bajo el cuadro de un atardecer desesperado, que se besan sin pudor sobre un manto verde y húmedo, que tiemblan de placer, imagínanos.
miércoles, 3 de octubre de 2012
Fijáte vos
Fijáte vos, el chocolate que preparaste no me gustó,
demasiada sal de tus lágrimas, mucho cacao amargo,
el azúcar se perdió detrás de la orejilla de la taza,
sabía más a un té mal preparado, a un café viejo.
Fijáte vos, tu azúcar ya no endulza, se vuelve insulsa,
se aleja, la espantas, tus lágrimas, las mías, el dolor,
la orejilla de la taza, se muere, se muere para no volver
el dulzor de tus palabras, se muere.
Fijáte vos, la masa está cruda, tus mejillas mojadas,
tu pelo seco, mis ojos deshidratados, el corazón desangrado,
el queso rancio, yo no como eso, vos tampoco.
Fijáte vos, fijáte vos, se acabó la mantequilla,
se deslizan los amores, se nos pierden los placeres,
olvidamos las pasiones, no me gustó el desayuno,
y sigo ayunando, como seguís vos, seguimos los
dos ayunando nuestro amor.
demasiada sal de tus lágrimas, mucho cacao amargo,
el azúcar se perdió detrás de la orejilla de la taza,
sabía más a un té mal preparado, a un café viejo.
Fijáte vos, tu azúcar ya no endulza, se vuelve insulsa,
se aleja, la espantas, tus lágrimas, las mías, el dolor,
la orejilla de la taza, se muere, se muere para no volver
el dulzor de tus palabras, se muere.
Fijáte vos, la masa está cruda, tus mejillas mojadas,
tu pelo seco, mis ojos deshidratados, el corazón desangrado,
el queso rancio, yo no como eso, vos tampoco.
Fijáte vos, fijáte vos, se acabó la mantequilla,
se deslizan los amores, se nos pierden los placeres,
olvidamos las pasiones, no me gustó el desayuno,
y sigo ayunando, como seguís vos, seguimos los
dos ayunando nuestro amor.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Fotografía Sinestésica
Escribiré un poema con luz, con sol, con colores,
escribiré una fotografía, y entonces fotografiaré los prismas,
la luz descomponiéndose al pasar por el cristal y por tus ojos,
fotografiaré la luz pasar por nuestros sudores cómplices,
y quedaremos fotografiados bajo la luz de un pincel de cenizas,
un pincel que se quema y que atiborra nuestra visión,
dibujando una habitación translúcida a la luz del afuera,
habitación de colores confusos en un mar de fotónes,
y de fuerzas que nos unen.
Fotografiaré la fotografía que se nos es ajena,
para tenerla y tenerte iluminándonos,
fotografiaré nuestros cuerpos desnudos,
envueltos en colores difusos, impares, dispares,
y entonces cuando quedemos fotografiados
en mi pincel de cenizas, en la habitación
multicolor, en el mar fotónico, en la cama sudorosa,
seremos eternos como la luz que usé para fotografiarnos.
martes, 11 de septiembre de 2012
¡Qué jartera ser Dios!
Yo no tengo nombre, ni apellido, ni forma, ni espejos para saber como soy,
soy el ayer, el hoy, el mañana, soy las cuatro dimensiones que en realidad son once,
pero no importa, ellas no niegan mi existencia, ni la prueban -algunos ni saben que existen-.
Aunque no tengo nombre muchos me llaman de diversas formas, en diferentes idiomas,
y me cantan y me alaban, eso creo. Lo he visto y veo todo, desde la muerte de una estrella
hasta la de una hormiga. Nada hago, sólo observo callado en mi propia infinidad el todo,
la nada, el porvenir. Algunos me niegan, otros me alaban, otros escriben sobre mí,
y sobre mis leyes -que ni yo conozco- pero a fin de cuentas, nadie sabe ni puede saber
si soy o no soy.
soy el ayer, el hoy, el mañana, soy las cuatro dimensiones que en realidad son once,
pero no importa, ellas no niegan mi existencia, ni la prueban -algunos ni saben que existen-.
Aunque no tengo nombre muchos me llaman de diversas formas, en diferentes idiomas,
y me cantan y me alaban, eso creo. Lo he visto y veo todo, desde la muerte de una estrella
hasta la de una hormiga. Nada hago, sólo observo callado en mi propia infinidad el todo,
la nada, el porvenir. Algunos me niegan, otros me alaban, otros escriben sobre mí,
y sobre mis leyes -que ni yo conozco- pero a fin de cuentas, nadie sabe ni puede saber
si soy o no soy.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)