domingo, 22 de noviembre de 2020

¿Cómo nos representamos el mundo? Pink Floyd y la evolución. Parte I

"And deep beneath the rolling waves

In labyrinths of coral caves

The echo of a distant time

Comes willowing across the sand" -Echoes, Pink Floyd


Un animal con cerebro tiene sensores y efectores. Los primeros "reciben" y los segundos "ejercen". Sensores pueden ser, por ejemplo, los receptores visuales de la retina, y efectores pueden ser las motoneuronas. En medio de ambos hay una gran "caja negra", que hace cositas mágicas. Se asumía que la mente estaba en esa caja negra, en ese montón de neuronas que intermedian el paso de una señal entrante a una de salida. De ahí que algunxs neurocientíficxs caigan en el error de buscar la experiencia dentro del cerebro. En neurociencia conocemos ya bastante la falacia homuncular -dentro de mí cabeza hay un sujeto que mira las imagenes que mi cerebro crea, pero ¿qué hay dentro de la cabeza de ese sujeto que mira las imágenes de mi cerebro para que ahí se de la percepción? ¿otro sujeto? ¿y luego otro? ¿y luego otro?

En el cerebro, las neuronas que procesan la información sensorial de un pulgar están más cerca a las que procesan la info sensorial de un dedo índice, por ej,  que de las que procesan la info sensorial de un talón. De manera análoga, las neuronas de la retina, la corteza visual y el tálamo procesan mejor estímulos visuales físicamente adyacentes. Por decirlo de otra manera: las neuronas se interconectan más entre sí si, a su vez, están representando eventos espacio-temporalmente cercanos. 

Tanto el procesamiento de info somatosensorial como visual involucran la corteza y, esta corteza, está subdividida en distintas áreas de manera funcional. Hay pues, una corteza somatosensorial y una corteza visual. Ambas áreas están organizadas mediante la repetición de estas microcolumnas que ven en la foto (fig.1). Estas microcolumnas, se hipotetiza, son las que llevan a cabo los cómputos de información nerviosa y funcionan en paralelo a lo largo de la corteza. 

Unamos ambas cosas: las diversas áreas de la corteza comparten unas micro-columnas cuyo funcionamiento es similar ¿cómo, entonces, es que pueden procesar información diferente? Esto podríamos entenderlo así: cada área está interconectada con un grupo específico de sensores -conos, bastones, mecanorreceptores ,etc-  que se organizan de tal manera que puedan captar las regularidades propias del ambiente. En otras palabras: hace sentido que estén más interconectadas tus neuronas que reciben aferencias del pulgar y del índice porque en el mundo físico es más probable interactuar con los objetos mediante la prensión que nos permite nuestro pulgar oponible. 

Aquí, me parece, llegamos a una conclusión muy hermosa que nos ofrece Buzsaki (2006) en Rythms of the Brain "organizar la mayoría de las conexiones localmente en módulos corticales habilita al cerebro a mapear relaciones-de-vecindad del ambiente más eficientemente, porque son las interacciones locales el principio organizativo principal del mundo físico" (pp.46-47). 

Fig.1 Módulos corticales de procesamiento de 
información según Buszáki (2006)

La manera mediante la cual el cerebro representa el mundo no es mediante imágenes internas, escondidas en las neuronas y leídas por un homúnculo. El cerebro no contiene la experiencia; la articula. Y la articula calibrando el ajuste entre organismo y medio, que es un flujo continuo de comportamiento. O sea, el cerebro sólo "representa el mundo" en la medida en la que ya pre-existe un acoplamiento funcional particular entre organismo y medio -de ahí que muchas más especies de diversos clados puedan adaptarse a su medio sin un cerebro. El cerebro sólo "representa estímulos visuales complejos" en la medida en la que el organismo dueño de ese cerebro ya tenga ese tipo de interacción con su medio en la que predomine la vista.  El cerebro es la condición estructural necesaria para que los seres vivos que lo poseen puedan interactuar de manera eficiente con su medio. Quizá sea más preciso decir que el cerebro no representa el mundo, sino que en él resuena el mundo. Resuena porque la estructura de nuestro cuerpo lo permite  y esa resonancia sirve como ritmo para la danza  vital de un animal. Y ahora... esa melodía ha resonado durante por lo menos 500 millones de años. Quizá resuene en nuestro cerebro el eco "nervioso" de quién sabe cuál hipotético antepasado primigenio, arrastrándose desde lo más profundo del mar, llegando a lo más profundo de nosotres. Somos música. 

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