jueves, 9 de junio de 2022

La mente respira

¿No les ha pasado que oyen música y de la nada aparece un fragmento de la canción tan ingenioso que se sonríen? Que queda unx como pensando 'issh, esta gonorrea tan descarada, y le salió bien'. Por ejemplo, algo así experimento cuando oigo el primer movimiento del concierto de Violín en mi menor de Mendelssohn. Básicamente el concierto abre mostrándonos su tema principal, tocado primero sólo por el violín, luego por los violines principales. Luego el tema sigue diversas variaciones hasta que a eso del minuto 8:57 de esta versión (https://youtu.be/vzbC39utkTw?t=537) el violín empieza a tocar el 'acompañamiento' mientras que el resto de la orquesta empieza a tocar el tema principal. Y esto lo logra la violinista -la poderosísima Hilay Hahn- usando una técnica llamada ricochet, en la que el arco frota las cuerdas oscilando de arriba a abajo generando dando pequeños salticos, rebotes con las cuerdas.  El caso es que esa parte me saca esa sonrisa de 'pero ¿a quién se le ocurre hacer esto?'. 

 Y caigo, entonces,  en la cuenta de que es una experiencia con 'tonalidades' super parecidas al humor... Básicamente ¿a quién se le ocurre decir esto de esta manera? Y caigo en la cuenta de que también sucede con la filosofía porque ¿a quién se le ocurre pensar en esto de esta manera?  Y me acuerdo de qué es lo que significa todo eso: el asombro. 

Pareciera poético, darnos cuenta que la dopamina y el cortisol están involucrados en circuitos funcionales del cerebro asociados a la sorpresa. Y que sin esa sorpresa no hay aprendizaje, porque no hay señalización celular para implementar los procesos de plasticidad cerebral. Y que, si no hay aprendizaje, no hay consciencia, porque ser consciente de algo es ser consciente también del cambio de ese algo. Y es el cambio el que sorprende. El afecto y el aprendizaje existen porque habitamos el mundo en una franja muy movida, inquieta. Habitamos una escala 'vitalista' del universo, creativa. Y es hermoso sentir que eso novedoso, que es lo creado, nos hace experimentar el asombro. Como si el mundo, en lugar de habernos arrojado al sinsentido sin más, nos hubiera otorgado una cuerda que resuena con su propia novedad. Como hijes de Caos fundadorx, este nos regaló también un dispositivo para seguirle la danza. Nos regaló la experiencia de la temporalidad y la habilidad de modularla. 

La mente, fantaseemos, respira: inhala información rica en sorpresa -y qué placer-, y luego expulsa los excedentes, quedándose con la información elemental - que no es otra cosa que la sorpresa que devino en hábito, en actividad constitutiva estabilizada en el tiempo y el espacio. Y así, en sus respiraciones, explora y selecciona. 

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